En Francia apuestan fuerte por el tren rápido

Es un modo de despegarse de la traumática salida del grupo Suez en la concesión de aguas

Ricardo Petunchi / La Capital

París.- Las autoridades francesas apuestan fuerte a la construcción del tren de alta velocidad (TGV) entre Buenos Aires y Rosario. Este megaproyecto del gobierno argentino es visto en París como una forma de cerrar las heridas que causó la traumática salida del grupo Suez de la concesión del servicio sanitario en varias provincias. Pero la premisa francesa es no mirar atrás. El vicepresidente del Senado, Roland Du Luart, lo dice sin matices: "Un desenlace favorable en la licitación del TGV sería un testimonio del reestablecimiento de la confianza entre la Argentina y Francia".

La inversión de 1.300 millones de dólares es muy importante, pero además tiene un valor agregado. Cuando se empezó a hablar del TGV en la Argentina, en Brasil resurgió el interés de aplicar la misma tecnología para unir Río de Janeiro con San Pablo.

Du Luart recibió a La Capital y a otros tres diarios argentinos en el Senado, en París. El despacho es amplio y austero, con inmensos ventanales que permiten apreciar los Jardines de Luxemburgo, un paseo público de singular belleza y que recorren diariamente miles de parisinos. En la decoración, sobria y distinguida, sobresale un mate que le regaló Cristina Fernández de Kirchner.

Senador desde hace 30 años de la región de la Sarthe por el grupo Unión por un Movimiento Popular (UMP), Du Luart fue uno de los gestores para que en su reciente visita Cristina pudiera entrevistarse con el presidente Nicolás Sarkozy, que por entonces aún era candidato. Du Luart estará en Buenos Aires el lunes 25; allí verá a Cristina, a Macri y a Lavagna, entre otros.

Para la construcción de los ramales ferroviarios que podrían unir Buenos Aires con Rosario y Córdoba queda una sola propuesta en pie. El Grupo Veloxia ofertó 1.320,5 millones de dólares, 30 millones por debajo de lo que establecía el pliego. Veloxia está integrado por la francesa Alsthom, las argentinas Iecsa y Emepa, y la española Isolux Corsan. Los otros tres grupos que habían comprado pliegos no se presentaron a esta etapa.

La empresa Alsthom es la que maneja TGV en Francia, con un tráfico anual de 83 millones de pasajeros. El tren circula sobre una red especial y a una velocidad comercial igual o superior a los 270 kilómetros por hora. El 3 de abril estableció un nuevo récord de velocidad: 574,80 km/h durante una prueba. Y el lunes pasado inauguró la conexión entre París y Estrasburgo, un tramo de 800 kilómetros. El secretario de Transporte de la Argentina, Ricardo Jaime, estuvo en Francia para esa ocasión.

El boleto en el tren de alta velocidad no es económico. Ir de París a Bordeaux, en segunda, cuesta 76,5 euros. En primera, prácticamente el doble. El trayecto es de 500 kilómetros y lo cubre en tres horas, con una salvedad: es uno de los tramos más lentos de toda la red. El servicio es óptimo y los horarios anunciados se cumplen rigurosamente. Ofrece tarifas diferenciales para estudiantes y jubilados. Si finalmente el proyecto prospera en la Argentina, el precio del boleto será determinante para su éxito.

La visión que tiene el senador Du Luart sobre la relación entre Francia y la Argentina es similar a la que se percibe en los escritorios del Ministerio de Relaciones Extranjeras desde los que se sigue la situación de América latina. Los franceses quieren olvidarse cuanto antes de Suez. Reclaman que la historia no se repita pero no están pendientes -o no lo dicen- del juicio que Suez lleva adelante en el Ciadi contra la Argentina. Hoy prefieren mirar hacia adelante y pensar en nuevas oportunidades de negocios. Y en ese horizonte, el TGV ocupa el lugar más importante.