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 domingo, 27 de mayo de 2007  
Acusado de violar a su hija, liberado por falta de mérito

Leo Graciarena / La Capital

“No sé por qué me hicieron esto, pero me arruinaron la vida”. La historia que cuenta Carlos Toledo, un chapista de 31 años, mete miedo. El 7 de septiembre de 2006, su cuñada lo denunció en la seccional 18ª por el presunto abuso sexual de su propia hija, de 14 años. Desde entonces, Toledo pasó 78 días detenido hasta que la Jueza de Instrucción 6, Raquel Cosgaya, le dictó la falta de mérito y dispuso su libertad.

   “A mí nunca me hicieron un examen para demostrar si la denuncia que me hicieron era o no verdad”, contó el hombre. “Y cuando salí, la Justicia me dijo que no puedo acercarme a 200 metros de mis hijos, porque mi mujer me hizo una denuncia por violento”, explicó.

   La historia de Carlos Toledo, al que en el barrio San Francisquito conocen como Kimono, empezó con una denuncia: “La hizo mi cuñada, la hermana de mi esposa. Yo estaba en la casa de mis viejos con mi hijo Facundo, de 12 años, y entonces llegó mi mujer en un auto y me dijo: «Me llevo a la nena para hacerle una pericias. Mi hermana te denuncio porque vos la violaste». Y yo pensé: «Estamos todos locos. ¿Qué me dice esta mujer?». Y le respondí: “Hacé lo que quieras, pero no entiendo lo que me estás diciendo»”, rememoró el hombre.


Una vida difícil
En un parate de su trabajo en el taller, Carlos comentó que no tuvo una vida fácil. A los 11 años empezó a laburar con los fierros y recién a los 15 terminó la primaria, casi al mismo tiempo que conocía a Carina, la madre de sus cuatro hijos. Entonces se fueron a vivir a una casa que le dio su suegro, en Julio Marc al 3000, y puso su tallercito a la vuelta de la vivienda. Pero ahora no puede ni ir al taller porque debe respetar la distancia de 200 metros entre él y sus hijos, según dice un oficio judicial. “El problema es que hace ocho meses que no me dejan ver a mis hijos de 14, 12, 9 y 7 años”, explicó.

   “Desde que salí en libertad, en diciembre pasado, estoy peleando para que me dejen ver a mis pibes. Todas las gestiones me las están haciendo los abogados de la Defensoría Nº 5, porque no tengo un mango para abogados. Y ahí me dicen que tenga paciencia porque todo esto lleva su tiempo”, relató Toledo. Y remarcó: “No tengo antecedentes penales, nunca había caído preso y soy un tipo que laburó toda la vida. Lo que sí tengo que reconocer es que a mi me gusta salir, tomar vino, ir a las guitarreadas. Y por eso la familia de mi mujer me odia”, contó Carlos.


Marche preso
“El 7 de septiembre del año pasado cayó a casa el comisario de la 18ª. Me explicó que mi cuñada había ido con mi hija a hacer una denuncia en mi contra por violación. Pero cuando fui a la comisaría me enteré que mi hija había dicho una cosa allí y otra en la Comisaría de la Mujer”, recordó. “En la 18ª me tomaron los datos y me leyeron la denuncia, que decía cualquier barbaridad”, precisó. Y a partir de ese momento comenzó el tiempo tras las rejas.

   “En la 18ª estuve sólo un día. Después me llevaron a la subcomisaría 18ª, en Cabín 9. Y me metieron en un penal con 37 vagos más. Estuve con muchachos que ya habían robado o asesinado. Ahí estuve 77 días y me di cuenta de cómo era la verdad”, relató. “Ahí me fui enterando de muchas cosas. Por ejemplo, que mi hija tenía un novio de 18 años y que la estaban cubriendo porque yo le tenía prohibido que tuviera novio porque era muy chica. También supe que cuando ella fue a declarar a Tribunales nunca dijo que yo la había violado ni nada parecido. Sí me acusaba de tener «falta de amor hacia ella». Que no la dejaba salir sola o ir a los bailes” describió el hombre.


Sin pruebas
Toledo explicó que durante los 78 días que estuvo preso nunca le realizaron exámenes físicos tendientes a comprobar la veracidad de la denuncia. “Nunca me hicieron análisis. Pienso que no me los hicieron porque se dieron cuenta de que todo esto es puro verso. El problema era que yo estaba preso. Si mi hija hubiera sido violada, pienso que lo que correspondía era que me hubieran hecho algún examen. Pedí que me hicieran un ADN, un careo con mi hija, con mi mujer y con mi cuñada. Pero nada. Y estuve 78 días presos hasta que me dieron la falta de mérito”, comentó con bronca. “Nunca hablé con la jueza, ni con el secretario, ni con nadie. Te juro por Dios que nunca me hicieron un análisis, salvo cuando fui a ver al psiquiatra para que dijera si era imputable o no”, concluyó el hombre.


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