Entró en crisis

Central jugó mal, perdió y Pipo tambalea

Gustavo Conti / Ovación

Empezó como un leve murmullo y se fue consolidando a medida que avanzaban las agujas del reloj. El destinatario: Néstor Gorosito, sindicado como el foco de todos los males. Mala señal, sin dudas, más allá de si se esconden intencionalidades en el real descontento de una hinchada que creía como pocas veces tras el buen desempeño ante Boca y que a poco de andar, demasiado poco, desbarrancó su fe sin remedio. Parece inentendible, pero esa clara sensación dejó el equipo en su peor puesta en escena del Clausura, que terminó con un 0-2 ante un rival opaco como Independiente.

La gente despidió con aplausos al equipo pese a lo poco que hizo, mientras Pipo ya estaba camino al vestuario y luego se fue sin hablar del estadio. Claro mensaje de adónde se apuntaron las culpas, aún cuando adentro de la cancha Central vendiera demasiado fácil la derrota, pese a que en la previa se situaba un escalón arriba de Independiente y con menos presión.

En realidad, al igual que los de afuera, los de adentro tampoco parecieron convencidos de cómo hacerse fuertes ante un adversario apuntado. Si pensaron que con hacer una remake de lo ocurrido en la Bombonera bastaba, se equivocaron. Porque Acuña estuvo muy lejos de llegar al nivel mínimo de Calgaro (ver aparte), porque el mediocampo estuvo demasiado encorsetado y lento de movimientos, y porque apenas alguna trepada de Moreira podía causar sorpresa, mientras Zelaya estuvo siempre lejos del mundo. Y también de Ustari, claro está.

Central lució confundido, pesado de ritmo y Gorosito siguió sin respuestas en algunas cuestiones. Como por ejemplo, en cómo hacer para que el rival no deje libre siempre a Azconzábal en la salida, aunque eso no tiene remedio con el Vasco de lateral izquierdo. O más importante, en el mensaje hacia adentro, donde algunos jugadores son requeridos en los momentos tensos y luego cargan con la inseguridad de que no se ganaron el puesto, como en los casos de Ledesma o Calgaro, o del mismo Belloso. Así se pierde la confianza en sí mismo, lo peor que puede pasarle a un equipo.

Encima, esta vez hasta Ríos y el pibe Zelaya salieron prematuramente, y cuando lo hizo Andrés Díaz para que debute Núñez, quedaron por los costados del mediocampo dos volantes zurdos. La expulsión del Kily obró casi como un acto de impotencia, lo que en la piel del capitán y principal referente tiene un doble sentido.

Pero todo eso fue en el complemento, cuando Gorosito volvió a meter dos delanteros y todo el mundo pareció sentirse más liberado para jugar la pelota. La reacción fue tibia, pero al menos pudo crearle la única situación de gol del partido, cuando Belloso pifió un perfecto pase atrás de Andrés Díaz.

Antes, Central siempre estuvo expuesto porque Montenegro jugó como pez en el agua en el mar de jugadores que le oponía el rival en la mitad de la cancha y porque encima el colombiano Moreno se mostró encendido, como cuando definió de zurda en la apertura del marcador. Ese 1 a 0, exiguo entonces, fue más que suficiente para Independiente y el gol de Fredes en el epílogo fue apenas un decorado para un trámite que nunca se vio de qué manera podía alterar el equipo de Gorosito.

Central quedó demasiado herido y sobre todo la credibilidad del técnico, que parece cargar siempre con el karma de la falta de amor de los hinchas. Por eso ya empezó a olerse a ciclo en crisis y se sabe cuál es la salida en estos casos.

Zelaya intenta pasar, pero Gioda y Rodríguez no lo dejan.