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 domingo, 25 de febrero de 2007  
Un adolescente murió asfixiado al arder la casa donde entró a robar
Fue en zona sur. Los vecinos cercaron la vivienda cuando advirtieron la presencia del ladrón

Leo Graciarena / La Capital

"Sergio Suárez. Estoy perdido". Palabras más o menos, fue lo último que escribió un joven ladrón en el espejo del baño de la casa a la que había entrado a robar en barrio Domingo Matheu y a la que al parecer le prendió fuego al verse cercado por los vecinos. "Alguien gritó que en la casa de doña Juana había entrado un ladrón. Entonces con varios pibes rodeamos la casa para que no se escapara hasta que llegara la policía. Cuando vimos que empezó a salir humo, rompimos una de las ventanas para que saliera, pero se ve que se embatató y se asfixió". Jesús, uno de los muchachos de Centeno al 1800, sintetizó ayer a la tarde el triste final del "pibe chorro", como lo identificaban todos los vecinos.

Centeno entre Dorrego e Italia da imagen de una cuadra agradable para vivir. Está arbolada en su justa medida y los vecinos se conocen de toda la vida. Sin embargo, todos coinciden en que "acá ya no se puede vivir más porque te roban a toda hora". Juana tiene 80 años y la casa del 1834 es suya. Hasta diciembre pasado, allí funcionaba una peluquería que atendía su hija. Pero, según cuentan los vecinos, los problemas familiares florecieron y el negocio fue cerrado.

La puerta de entrada a la vivienda da de lleno a un ambiente amplio donde funcionaba la peluquería. A la izquierda del ingreso hay dos habitaciones, una de ellas con ventana a la calle, el baño y otra habitación con salida al patio trasero. Pegado al salón en el que reinara el corte y el teñido, hay una cocina-comedor. Y de allí se llega por una puerta a un patio amplio, cubierto en parte con una media sombra. La propiedad está integramente cercada por un tapial de más de dos metros.

La casa de Juana no tiene luz, agua ni gas y según cuenta la mujer no suele estar allí "más que lo justo y necesario". Detrás de la edificación, en una vivienda de pasillo sin conexión alguna, vive con su pareja la nieta de Juana. "Cuando todo sucedió, yo me había ido a hacerle la comida a mi yerno, que vive a una cuadra y media. No sé qué pasó", comentó con los ojos enrojecidos por la impotencia.

Eran las 15 cuando Facundo González tomo la decisión y metió su bicicleta por el pasillo. Según coincidieron varios pibes del barrio, llegó con un cómplice. Dejó la bicicleta en el pasillo que da ingreso a la casa de la nieta de Juana y se trepó por el tapial. Hasta ahí, la crónica de un intento de robo cotidiano. Pero algo le salió mal.

Alguien vio la bici en el pasillo y dio la alarma. Unos cuentan que fue un vecino, otros que fue la hija de Juana. Lo cierto es que alguien gritó: "Están choreando en lo de Juana. Llamen a la policía". Sobre la calle, unos 15 pibes del barrio hacían tiempo, unos para ir a la cancha y otros por hacer tiempo nomás. Al escuchar el alerta, se desplegaron y rodearon la casa. Algunos fueron por los dos pasillos que encuadran la vivienda. Otros por el frente y un par por los techos. "Salí ahora, choro de mierda", comenzaron a gritar. Dentro de la casa se podían escuchar los portazos de quien se siente cercado, encerrado en un lugar con poca luz y sin saber dónde está la salida.


Encerrado
¿ Cómo se inició el fuego que terminó con la vida del ladrón es lo que deberán determinar las pericias Hasta ayer se suponía que el ladrón improvisó una antorcha pero los cálculos le salieron mal y la casa comenzó a incendiarse Cuando empezamos a ver que salía humo por las ventanas rompimos una de las persianas para que saliera Dale salí No seas boludo le decíamos Pero nada Escuchamos cómo intentaba abrir la puerta que da a la calle pero estaba cerrada con llave Uno de los muchachos que estaba sobre el techo metió una manguera por la claraboya del baño Se ve que el pibe sintió caer agua y se refugió ahí donde lo encontraron contó Jesús

Cuando los bomberos controlaron las llamas y los policías ingresaron, encontraron el cuerpo del pibe tirado decúbito dorsal en el baño. No presentaba quemaduras. La mitad de la vivienda estaba destruida por el fuego y las manchas de tizne que se filtraron por las aberturas que dan al patio hacían imaginar la densidad de la humareda. Facundo Ezequiel González tenía 17 años, cerca de 20 antecedentes penales y vivía a cuatro cuadras de la casa de Juana, por eso los vecinos lo identificaron enseguida. "Estaría redrogado y tal vez no supo por dónde escapar hacia el patio", dijo a manera de síntesis un vocero policial.
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La casa donde ocurrió el dramático suceso.

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