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 domingo, 25 de febrero de 2007  
Falló otra vez al dar el salto
Era preciso crecer y mostró de nuevo que le sienta mejor ser punto que banca

Gustavo Conti / La Capital

Era una magnífica oportunidad de dar el salto de calidad, de mostrar que pueden esperarse más rosas que espinas en el futuro de Central en este Clausura. Pero este equipo de Gorosito, como varios otros auriazules en los últimos tiempos, chocó contra un vallado que suele limitar las expectativas. No supo ser banca cuando debía. No pudo jugar de la misma forma que cuando va de punto, como ante Boca, Y entonces, si en la Bombonera dio un pasito para adelante, ayer ante Banfield dio uno para atrás. Quedó en el mismo lugar. Y se sabe, eso no es sinónimo de crecimiento.

Cuando la responsabilidad es del otro, Central juega generalmente bien. Hasta se luce. Lo que pasó con Boca fue en ese sentido una película repetida varias veces. Pero cuando debe asumirse como protagonista, cuando debe imponerse sí o sí ante un rival inferior como lo fue claramente Banfield, y más en el Gigante, entra en lagunas que sólo pueden entenderse en la eterna falta de madurez como equipo. Y a veces las paga en oro.

La sensación fue más elocuente si se piensa que Central llegó rápidamente al gol, descomprimiendo cualquier presión, que tuvo mucha tranquilidad para manejar la pelota y que casi nunca se vio desbordado. Sin embargo, el equipo auriazul ayer se fue derrumbando como un dique roto en un segundo tiempo para el olvido. O para tener bien en la memoria y no repetirlo.

Central se fue alejando inexorablemente del arco de enfrente en forma poco menos que llamativa y sólo cuando ingresó Di María pudo revivir su esperanza. Pero tampoco compuso la imagen de consistencia requerida, esa que suele dejar siempre que el Kily esté entero (ayer jugó dolorido, por el esguince sufrido ante Boca).

Era el momento y el lugar indicados, pero dejó pasar el tren e hipotecó rápidamente ese gran crédito conseguido sólo una semana atrás, con un empate como este pero en otras circunstancias. Debió entregar nuevas señales de maduración y en cambió devolvió antiguas vacilaciones. Y el cóctel devolvió gestos adustos donde noventa minutos antes eran todos de ilusión grande.

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Ledesma se la lleva hacia el área del Taladro.

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