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domingo,
25 de
febrero de
2007 |
De la algarabía al murmullo
Gorosito y su equipo fueron recibidos con aplausos, pero al final hubo dudas
Hacía mucho que un momento canalla no generaba tanta confianza entre su gente. Por eso no importó la temperatura agobiante, ni alguna otra propuesta resultó más seductora. La escenografía del Gigante de Arroyito fue directamente proporcional a la expectativa que el equipo de Néstor Gorosito despertó con la actuación ante Boca y, por reciprocidad, hasta Pipo recibió los mimos más abundantes desde que arribó a Central. Claro que al final bajó a tierra y la noche terminó impensadamente envuelta en viejas dudas más que en certezas nuevas.
El hincha auriazul decodificó el mensaje que el equipo dejó en la Bombonera y atiborró las tribunas como en las mejores jornadas. Y eso que enfrente estaba Banfield y su pésimo momento a cuestas, acompañado por un puñado de esos que siempre creen.
Y en esa simbiosis de pasión y fe en serio, Gorosito fue muy aplaudido, como nunca, cuando se acercó a su lugar en el banco, pese a que las bengalas azules y amarillas disminuían la visión y a que segundos antes también Vitamina Sánchez, ayudante de campo en Banfield, recibía el cariño de la platea.
El tempranero gol de Raldes pareció entonces adecuarse perfectamente al clima tribunero, que además se ocupó de recordarle a Julián Maidana su pasado leproso y mostró indiferencia ante la presencia enfrente de Pablo Vitti.
Pero la debacle en el complemento fue apagando el clima festivo y aunque el crédito no murió con el gol de Cvitanich, el murmullo que nadie quería ganó la escena hasta el pitazo final, rompiendo esa comunión que se vivió intensamente hasta que la realidad del empate inmodificable copó a escena.
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Fotos
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El equipo de Pipo se cayó en el segundo tiempo.
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