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domingo,
25 de
febrero de
2007 |
El efecto
unificador
del miedo
Roma. - De forma rápida y sin contratiempos se ha superado la crisis de gobierno en Roma, al menos el primer acto. El miércoles el primer ministro italiano, Romano Prodi, tiraba la toalla. Al día siguiente sacaba de la manga un "programa de 12 puntos" y puntualmente este fin de semana se ofrece una solución.
Cual Ave Fénix, la coalición de centroizquierda resurge de sus cenizas: los mismos partidos, los mismos diputados y los mismos senadores, todos garantizan que esta vez seguro que apoyan. Pero ¿realmente la mayoría es suficiente para gobernar?
Enseguida comunistas y verdes han expresado su solidaridad con el profesor Prodi, en las conversaciones de crisis llevadas a cabo estos días en Roma. "Estamos dispuestos a comenzar de nuevo", "tenemos plena confianza en Prodi", afirman también los principales representantes de los partidos que desde hace semanas atosigan a Prodi con sus demandas radicalizadas. El presidente, Giorgio Napolitano, lo vio de forma sobria: sencillamente no había alternativa real.
Ya fuera por la misión en Afganistán de las tropas italianas o por la ampliación de la base militar estadounidense en Vicenza, la política exterior ha sido el terreno en el que se han centrado las críticas de la izquierda radicalizada integrante del gobierno.
Pero Prodi guarda un as, y con él es que ha estado jugando hábilmente. "Ustedes saben perfectamente que después de mi no hay otra opción que ir a las urnas", explica "Il professore". Suena a amenaza. Según las encuestas, el líder de la oposición Silvio Berlusconi y su coalición de partidos de centroderecha figuran por delante.
"Berlusconi estaría diez años en el gobierno", vaticinan hasta los políticos de izquierda más reservados. Y es precisamente el pánico a un regreso de Berlusconi lo que une a la izquierda.
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