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 domingo, 28 de enero de 2007  
Frutas que curan y orgamos por email

Por Hernán Maglione / La Capital

“Toda tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia”. Lo firmó sir Arthur Charles Clarke hace 46 años, a poco de lanzarse el Sputnik y de inventarse los circuitos integrados, mientras se hacía funcionar por primera vez el rayo láser o se intentaba popularizar el cassette y la píldora anticonceptiva. Probablemente por aquellos días ni siquiera tenía un televisor color.

¿Qué hubiese dicho entonces de computadoras que escriben su propio software, de flores que utilizan tinta electrónica para convertirse en caleidoscopios “vivos” o de que los androides sean el 10% de la población mundial? ¿O que el público se convierta en actor de la película que se está proyectando, que los robots sepan diagnosticarse y repararse a sí mismos, y que se utilicen insectos mutantes capaces de atacar en una guerra? Algo parecido a magia, hubiese pensado Clarke. Pero Ian Neild y Ian Pearson creen que quizás sea apenas un pantallazo del futuro evolutivo inmediato del planeta: nada más que dentro de diez o doce años.

En 2005 ambos expertos hicieron un informe para British Telecom: apuntaron a unas cuantas áreas específicas (inteligencia artificial, biotecnología, educación, energía, robótica, telecomunicaciones, transporte y algunas otras), consultaron a investigadores, científicos, médicos y programadores, y trazaron el mapa de lo que posiblemente ocurra de aquí al 2050.

¿Demasiada imaginación, pura fantasía? Tal vez sí. Pero hace un puñado de años habríamos dicho lo mismo de cualquiera que asegurara que esos teléfonos móviles del tamaño de un zapato se convertirían en pequeños celulares capaces de filmar videos y que habría más de 2.500 millones de aparatos en el mundo.

Lo que viene
Con la aclaración imprescindible de que se trata apenas de un “futuro posible”, Neild y Pearson pronosticaron que antes de 2010 habrá una banda de inteligencia artificial en el top ten, juguetes que lean las emociones de un niño y hasta teléfonos que transmitan sentimientos sin necesidad de expresarlos con palabras. Internet llegará al teatro y se recuperarán especies extinguidas.

En 2012 no habrá que ir a la farmacia por medicamentos, sino que podrán comprarse frutas “que curen”, modificadas genéticamente. Y los médicos tan sólo deberán “leer” la salud de su paciente en sus tejidos sensibles. Para hablar con un japonés habrá que encender un traductor en tiempo real y se fabricarán los primeros circuitos integrados con ADN.

El viejo sueño de un auto que conduce solo llegaría antes de 2020, junto con el maquillaje electrónico que cambia de color, los videos holográficos, los hoteles en órbita y la realidad virtual para mascotas. No habrá dinero en circulación y las PC necesitarán dormir, al igual que sus dueños.

La primera misión a Marte, afirman, se va a demorar unos quince años, al igual que la televisión en tres dimensiones y los orgasmos por email. Pero a partir de 2025 vendrá lo mejor: impresoras hogareñas que “fabriquen” objetos en 3D, “extensiones” para el cerebro, máquinas que modifiquen el metabolismo humano para permitir viajes espaciales a años luz de distancia y una nueva generación de animales domésticos, diseñados a medida y gusto de sus amos.

El ascensor espacial podrá ser utilizado en 2040 y diez años más tarde habrá una ciudad en Marte. Después de 2050 podremos bajar a la computadora pensamientos, emociones y todo lo que almacene nuestra memoria, el promedio de vida será de cien años, la comunicación telepática será tan cotidiana como lo es hoy internet y hasta se podrá viajar en el tiempo. Y un equipo de humanoides derrotará a la selección inglesa de fútbol.

Al menos eso es lo que Neild y Pearson suponen que sucederá, pero la prueba de que es difícil hacer futurología es que, ya en los 90, muchos hablaban de la “autopista informática” pero ni siquiera la ciencia ficción vaticinó el impacto que tendría internet en los siguientes diez años. Quizás en 2050 alguien sonría burlonamente al encontrarse con los pronósticos formulados “cuando el siglo recién comenzaba”, tal vez el futuro nos depare realidades inimaginables.

El informe no habla de teletransportación, comida instantánea, invisibilidad... ¿Alguna de esas será la gran sorpresa por venir?


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