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 domingo, 17 de diciembre de 2006  
lecturas
El presente y las marcas de la historia

Rubén Chababo

Ensayo. Tiempo presente, notas sobre el cambio de una cultura, Beatriz Sarlo. Siglo XXI Editores, Buenos Aires, 2006, 238 páginas,$28.

Hace exactamente un año, Beatriz Sarlo daba a conocer "Tiempo pasado", un libro que significó un paso adelante en los debates y polémicas en torno a los sentidos del llamado pasado reciente. En aquellas páginas el valor del testimonio era puesto en consideración frente a una mirada no despojada de una poderosa visión crítica acerca de lo que en verdad fueron los años setenta y las versiones que de ellos dieron y siguen dando sus protagonistas.

"Tiempo presente, notas sobre el cambio de una cultura", es, a diferencia de ese libro anterior, una antología de ensayos y artículos periodísticos que Sarlo dio a conocer a través de las páginas de periódicos y revistas de gran difusión masiva (Clarín, Perfil, Página 12). Es decir, si "Tiempo pasado" tenía una unidad temática y estaba dedicado casi exclusivamente a un público lector advertido que supiera de antemano el espesor y la conflictividad de los debates y polémicas en torno a los setenta, en este caso y sin desmerecer su estatuto, los potenciales lectores a los que esta antología está dedicada son aquellos lectores, pero también el público general, entendida esta última categoría como los lectores de diarios y revistas de circulación masiva.

Cuando hace ya una década Sarlo dio a conocer su primera serie de ensayos dedicados al afuera del campo académico ("Escenas de la vida posmoderna", un libro que logró penetrar los programas de estudio de la educación media), no fueron pocas las críticas que surgieron señalando el carácter poco riguroso de esa propuesta al compararla con aquellos estudios que hasta el momento habían circulado casi de manera exclusiva dentro del campo universitario. Si se recuerda esto es porque las primeras incursiones de Sarlo en las páginas de las revistas dominicales despertaron críticas veladas por parte de aquellos que visualizaban un descenso en su nivel reflexivo, como si no escribir exclusivamente para la academia significara bastardear el pensamiento.

La lectura de "Tiempo presente" demuestra lo equivocado de ese juicio apresurado, porque estas páginas exhiben de manera inequívoca que se puede reflexionar, discutir, polemizar con seriedad en soportes masivos sin necesidad de banalizar el pensamiento ni el objeto sobre el que ese pensamiento trabaja. El género al que estos textos aquí reunidos pertenece es, podríamos decirlo, un híbrido: algunos dialogan desde su tono con la crónica, otros son conferencias dictadas en alguna universidad, algunos aparecieron en Punto de Vista y otros, la gran mayoría, fueron escritos como columnas para la prensa.

"Algún lector podrá ver estos ensayos como prosa periodística; otro quizá les haga el favor de encontrar algo más. Varios de los artículos que fueron publicados en Punto de Vista también pertenecen a este tipo de intervenciones. Se trata siempre del presente o de las formas en las que el presente se hace cargo de la historia, o de las formas en las que la historia ha marcado el presente. Pero de lo que se trata en verdad, es de pensar velozmente y escribir con esa misma velocidad". En el vértigo pulsado por la inminencia de lo actual Sarlo analiza temas tan diversos que van desde las transformaciones urbanas de este fin de milenio (el tema de la violencia en las ciudades, las polémicas entre vecinos y medios por la presencia de travestis en algunos barrios de Buenos Aires o la impronta de los shoppings en el espacio ciudadano) hasta episodios del pasado reciente que por su fuerza gravitacional siguen habitando el pulso del presente (la guerra de Malvinas, el Mundial de fútbol) pasando por el impacto de la emergencia de ciertas figuras populares como es el caso de la cantante folclórica Soledad o el bailantero Rodrigo, por citar sólo algunos temas.

Un capítulo dedicado a pensar el lugar de los intelectuales cierra el volumen. Acaso sean estas las únicas páginas del libro más duras, menos divulgativas y orientadas o dedicadas para el diálogo con sus propios pares. Se trata de un capítulo que reúne tres ensayos y una nota, textos caracterizados por una destacable agudeza crítica que demuestran por sí mismos el merecido lugar que le cabe a Sarlo en el campo cultural argentino. El tono de esos textos es de debate, de polémica. Sarlo sabe cómo enunciar aquello que sobrevuela el espesor de su tiempo con un lenguaje preciso y sin ambages. Pensando la moral de los intelectuales dice: "Karl Kraus señaló que el arte desordena la vida. Para Kraus éste era el deber del arte y también de los intelectuales. Desorden quiere decir justamente aquello que ni el mercado, ni las instituciones, ni los medios han previsto en su lógica. Como sea, el trabajo bien hecho es ir en contra de lo que se cree seguro o conveniente y examinar las certidumbres propias con la misma pasión con que se juzgan las de los otros".

Acaso haya pocos pensadores argentinos contemporáneos que se hayan atrevido a revisar certidumbres y a exponerlas públicamente con la agudeza de Sarlo (uno de sus últimos libros, "La pasión y la excepción" es un ejemplo de ese trabajo de revisión crítica. Ya se citó más arriba "Tiempo pasado" y su puesta en cuestión de la falibilidad del testimonio). Las páginas de "Tiempo presente" dan cuenta, de manera acabada, de esto que aquí se dice. No es poco para un campo cultural signado tantas veces por el autismo, cuando no por la complacencia con las ideas que se suponen correctas.
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Temario. El pasado reciente y las transformaciones urbanas son algunos de los ejes de Sarlo.

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