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domingo,
17 de
diciembre de
2006 |
Celebraron los 37 años del túnel subfluvial
Jorge Sansó de la Madrid / La Capital
Santa Fe.- Recientemente se cumplió el trigésimo séptimo aniversario de la inauguración del túnel subfluvial Raúl Uranga-Carlos Sylvestre Begnis, que une esta ciudad con la capital de Entre Ríos. Aunque no hubo festejos extraordinarios, se resaltó la importancia de una de las obra viales más impactantes de la Argentina.
El túnel no sólo satisfizo la necesidad de vencer el aislamiento impuesto por el río Paraná sino que se convirtió en uno de los dos viaductos más importantes del corredor bioceánico. La revalorización del túnel está destinada a las generaciones más jóvenes que no conocen la historia de la majestuosa obra que unió a la Mesopotamia con el resto del país. La idea de forjar una unión física entre Santa Fe y Paraná que superara los inconvenientes que aparejaba el cruce en canoas, lanchas y balsas -que se usaron hasta 1969 pero que todavía está obligado a seguir utilizando el transporte de cargas peligrosas e inflamables- se dice que es antigua.
En 1955 se presentó un anteproyecto que propuso un túnel por debajo de las aguas, pero recién un lustro más tarde se firmó un convenio biprovincial para construir un túnel carretero subfluvial. Fue en 1960 cuando se creó una comisión para que llame a licitación internacional.
En 1961 se adjudicó al único proponente y el contrato se firmó con un consorcio de tres empresas: Sailav SA, firma argentina que concibió el proyecto; Hochtief AG (de Essen, Alemania) que realizó la ejecución y Vianini SPA (de Roma, Italia) que efectuó el dragado del Paraná en la zona de emplazamiento. La construcción de un puente no podía concretarse por los gobiernos provinciales porque el espejo de agua de los ríos pertenece al Estado nacional por lo que las provincias decididas a terminar con el aislamiento, resolvieron construir el túnel subfluvial, porque la zona ubicada por debajo del lecho del río no pertenece a jurisdicción nacional.
El túnel tiene una longitud de 2.937 metros a los que se agregan dos rampas de acceso de 271 metros, de las cuales 87 metros corresponden a zona de acostumbramiento visual y caminos de convergencia. Se utilizaron tubos acoplados, de 64 metros de longitud, 10,50 metros de diámetros y de cuatro mil toneladas. Cuenta con un sistema de ventilación con registradores especiales que resuelven el problema de la renovación de aire viciado. Existen cuatro ventiladores por cabecera, dos de inyección de aire puro y dos de extracción de aire viciado instalados en dos torres.
Un circuito cerrado de televisión y señalamiento permite observar y regular la circulación o prevenir sobre obstáculos imprevistos. Una red de altoparlantes completa el sistema junto con teléfonos cada 100 metros y extinguidores de incendios.
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Fotos
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La obra que rompió el aislamiento de la Mesopotamia.
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