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domingo,
17 de
diciembre de
2006 |
Escuelas del delito
Comparto parcialmente la idea de atribuir a razones socioeconómicas la multiplicación de piqueteros, cirujas y otras manifestaciones de la llamada exclusión social, pero disiento con las formas de solucionarlo. Estas personas están afuera del sistema social y debemos promover su inserción, pero el primer paso ineludible para lograrlo es simplemente que respeten las normas de nuestra sociedad. Es utópico pensar que los marginados del sistema puedan integrarse sin respetarlo. Los miles de niños y jóvenes que se están formando creyendo que la violencia física o sicológica que ejercen en semáforos, piquetes, mendigando, cuidacoches, abrepuertas, limpiavidrios, etcétera, es una forma de obtener recursos económicos producirá en ellos deformaciones difícilmente reversibles. Hoy son motivo para la crónica política, mañana serán noticia policial y será tarde. Hoy utilizan para conseguir una moneda la mirada amenazante, detergente en el parabrisas, la patota, el insulto, las rayaduras, el palo o piedra, el contramano, pronto pasarán a la navaja y luego al arma de fuego. Piensan que tienen el derecho y que los demás la obligación de la dádiva. Bajó fuertemente la desocupación y sin embargo este problema aumenta. La solución comienza en responder esta incongruencia.
Gerardo Orallo, DNI 6.008.474
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