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 sábado, 28 de octubre de 2006  
Y a pesar de la lluvia, la piedra rodó
Más de 20 mil personas en el primer día del Quilmes Rock
Hubo demoras al comienzo, pero después se armó la verdadera fiesta que cerraron Catupecu Machu y Divididos

Pedro Squillaci / La Capital

El Quilmes Rock arrancó con unas 20 mil personas que se dieron cita ayer en el hipódromo Independencia para disfrutar de una jornada de rock que pareció iba a ser empañada por la lluvia, pero que llegó a su fin sin problemas. Divididos cerró la primera noche con rock del bueno y Catupecu Machu le puso emoción. Antes Los Cafres y Arbol habían hecho los sets más prolijos y Kapanga le había puesto alegría a la jornada.

La fiesta debió comenzar a las 16.40 pero la lluvia hizo que se debiesen hacer trabajos para aminorar el impacto de la multitud sobre la pista del hipódromo. Terminada la labor de los ingenieros, se abrieron las puertas más tarde de lo previsto y el show se largó una hora y media después.

Quienes se llevaron la peor parte fueron los pibes de Bonsai, una de las dos que ganaron el concurso de bandas, porque su set fue suspendido. De esta manera, Volador G recibió a los primeros espectadores y debió tocar con un público estimado en no más de 50 personas.

La gente entró lentamente y para la actuación de Coki & The Killer Burritos, cerca de las 18, ya había banderas colgando y un público caluroso. Con "Perdida" Debernardis puso primera, tuvo que acortar su presencia y tras pedir disculpas a los chicos que aún estaban afuera, cerró con un clásico, "Linyera".

A las 18.35 Los Cafres subieron al escenario montado de espaldas a la cancha de Newell's. El grupo desató la primera gran ovación de la tarde con "A pesar" y ofreció un show prolijo con un sonido muy limpio. Cerró con "Si el amor se cae" no sin antes hacer saltar y cantar a sus fans.

Hasta esa hora el público que se había llegado hasta el parque Independencia iba de 16 a unos 22 años. Y si bien para la mayoría "estaba todo bien", algunos, y sobre todo los vendedores, se quejaron de los precios de las bebidas (tres pesos la gaseosa y cuatro el agua) y de los panchos (tres pesos). A pesar de que el sponsor oficial vende cerveza, estuvo prohibida la comercialización de alcohol en el evento.

Pero a pesar del infortunio de los sedientos, la verdadera fiesta recién empezaba. A las 19.30 Kapanga alertó a los que andaban por el hipódromo haciendo amigos y le puso alegría a una nochecita que amenazó con una llovizna. "Gracias a Rosario, porque si bien a la mañana cayeron Fiat 600 de punta vino a hacer el aguante", dijo El Mono, su líder, que divirtió con carisma y música a una multitud estimada a esa altura por los organizadores en 15 mil personas.

Una hora de concierto tuvo un broche de emoción cuando Pablo Romero, de Arbol, anunció la llegada de su grupo cantando un último tema con Kapanga. Cuando sonó "El mono relojero", la gente calentó motores y participó del rito con el primer gran pogo.


Chicos y grandes
Mientras llegaban los más grandes y rompían con la hegemonía de los más jóvenes, Arbol cantaba "Trenes, camiones y tractores" para dar inicio a su show. Se veían muchos chabones y chabonas, y otros que con sus canas al aire, se apostaban para disfrutar de la noche con sus hijos y sobrinos. Después vinieron los números fuertes. Catupecu Machu fue recibido con frialdad por el público pero rápidamente, con los homenajes al accidentado Gabriel Ruiz Díaz, la cosa cambió. Sobre todo en la tercera parte del set, cuando el ex Soda Stereo Zeta Bosio se hizo cargo del bajo y subió a cantar Pichu de Cabezones.

Al cierre de esta edición, Divididos ponía en marcha la aplanadora del rock y le ponía calor y color a una noche fresca con "La ñapi de mamá". Pareció que la gente esperaba por ellos. La tarde había sido larga y la gente hasta en algún momento pareció cansada. Pero cuando Ricardo Mollo peló los primeros acordes todo el mundo saltó como un resorte y la fiesta se armó sin excepciones.

A esa altura, casi las 23.30, ya se sumaban unas 20 mil almas -según confirmaron a última hora los organizadores- que disfrutaron de un festival sin violencia ni desórdenes. Y todavía faltaba la otra mitad, que, se espera hoy, tenga la misma impronta de ayer: paz, alegría y rock.
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Coki & The Killer Burritos, en el escenario.

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