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 jueves, 26 de octubre de 2006  
Primer test. Piña suma apoyos de todos colores y jaquea a Rovira en Misiones
Final abierto con violencia y escándalo
Se enrarece el clima de los comicios constituyentes. No viaja Kirchner a apoyar a su aliado. El país está pendiente

Daniel Leñini / La Capital

Posadas (enviado especial). - Las elecciones en Misiones ingresan en la recta final con un resultado impredecible y abierto para el domingo, según las encuestas que se conocen por estas horas.

La estrella del momento parece ser el obispo emérito de Iguazú, Joaquín Piña, al frente de la lista opositora, quien aún si termina segundo habrá provocado un verdadero tembladeral en el círculo máximo del poder oficial.

Por su carácter y la calidad de algunos de sus actores, la elección de constituyentes en la pequeña provincia es seguida con interés desde todo el país. Logró nacionalizarse.

Primero, porque el presidente Kirchner tomó partido en favor de su aliado, el gobernador Carlos Rovira, y de hecho se llegó hasta esta capital para acompañarlo en el acto más multitudinario de la campaña.

Segundo, porque el ex obispo Piña (un outsider de la política) logró sumar adhesiones de todos los colores; desde la CTA de De Genaro, el radicalismo, parte del peronismo y el socialismo (ver aparte), entre otros, hasta Juan Carlos Blumberg, quien llegará hoy a Oberá para encabezar una marcha por el esclarecimiento de un asesinato.

Tercero, por los tantos gobernadores y caciques provinciales que se sabe incuban deseos de perpetuarse infinitamente en el poder (algunos, de hecho, parecen cumplir sin sobresaltos el sueño). Ellos tendrán un mensaje para leer el domingo.

Pocos desearían estar hoy en la piel de Rovira, quien si cae derrotado -por primera vez, ahora se cree en esa posibilidad- comenzará a sentir que todo se le escurre hasta el momento de su probable despedida final el año que viene, cuando le vence su mandato. Resulta sintomático que Kirchner haya decidido no venir esta semana a Misiones a dar el empujón final, lo que mereció el festejo de la oposición.

Puede que Rovira igual gane las elecciones, convocadas para reformar la Constitución y consagrar la "reelección indefinida". De hecho, la mayoría de los analistas coincide en que la gente le reconoce una buena gestión, apoyada por más de la mitad de los misioneros. Pero los entendidos dan por seguras otras dos circunstancias: que perderá Posadas, la capital, donde nació y de la que fue intendente (1995-1999), y que quedará dañado para la batalla del año que viene para ser reelecto por tercera vez.

Vaya paradoja -ya puede ser tomado como una enseñanza- lo que le toca padecer hoy al gobernador. Un plan pensado como un simple trámite devino en serio dolor de cabeza. Todo comenzó a mediados de año. Sin nadie enfrente que le haga sombra (ya le había dado una paliza a su mentor, el menemista Ramón Puerta, en 2003, echándolo de la política local), Rovira decidió reformar la Carta Magna para conseguir la re-re (como Kirchner lo hizo en Santa Cruz décadas atrás).

Los diputados le aprobaron la iniciativa en una rápida sesión, realizada un día que Argentina jugaba en el Mundial. Se votó sin más. Sin nubarrones enfrente, y sintiéndose además uno de los mandatarios más queridos por la Casa Rosada, Rovira creía despejado el camino hasta el 29 de octubre, paso obligado pero fácil.

La aparición de Piña -de la mano de la oposición- dejó sin reflejos al oficialismo. ¿Desde qué lado pegarle a un obispo respetado? Fueron días en que Rovira y sus acompañantes titubearon. Cuando quisieron reaccionar el obispo estaba instalado y sumando apoyos. Su imagen sigue intacta.

Otra actitud de Rovira que se reconocerá como acertada o no, es la de no hablar con la prensa y aislarse. A la lluvia de críticas le opuso el silencio, que sólo rompe en los actos de inauguración, que día a día que viene cumpliendo desde hace semanas. En uno de esos actos ayer cuestionó a la Iglesia. Dijo que "detrás de la sotana se esconde el pasado".
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Sólo la cruz se salvó. La parroquia de Andresito ya es recuerdo, el fuego la devoró.

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