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 miércoles, 18 de octubre de 2006  
Devolución. Una actitud solidaria inesperada y conmovedora
Un regalo distinto en hospitales para celebrar el Día de la Madre
Jóvenes con discapacidades del Vivero Rosario llevaron plantines a las mamás

La Fundación Vivero Rosario, que agrupa a personas con capacidades diferentes, y la Fundación La Capital homenajearon a las madres en su día. La actividad consistió en el obsequio de plantines florales a las internadas en las salas maternales del Hospital Roque Sáenz Peña y la Maternidad Martin.

  Los jóvenes que llevaron a cabo la actividad estaban visiblemente contentos y entusiasmados por la iniciativa. El reconocimiento y el agradecimiento a su labor se veía en los rostros de cada una de las madres que recibieron los plantines. Los chicos fueron pasando a la sala maternal y después de presentarse entregaron los obsequios.

  Las mujeres, sorprendidas, recibieron felices los inesperados plantines. Paula, con su bebé recién nacido, dijo: “Este es mi primer hijo y me encantó la sorpresa. La plantita va a crecer junto con él”, mientras que Maira, otra madre, rescató el gesto y reconoció: “Son ellos los que necesitan de nosotros y, sin embargo, piensan en los demás”.

  La actividad también fue reconocida por los médicos y las enfermeras del lugar, quienes destacaron la acción desarrollada por los jóvenes, y acompañaron con su presencia la acción, alentando a seguir adelante con el proyecto.

  La Fundación Vivero Rosario nació en 2002 con el objetivo de generar posibilidades de inclusión laboral para personas con capacidades diferentes y tiene a su cargo el Vivero Municipal a través de un convenio. El lugar, de unas cuatro hectáreas, cuenta con cinco responsables a cargo de dos grupos de jóvenes. Allí trabajan 80 personas que producen más de 500 mil plantines al año. En el vivero los jóvenes realizan diferentes actividades y aprendizajes. El lugar les brinda contención y asistencia psicológica.

  Lidia Paniagua, responsable de la entidad, explicó que el espacio es mucho más que un lugar de trabajo. “Son muchos los chicos que pasan en el vivero más tiempo del que les corresponde a su turno. Algunos incluso ponen excusas para volver, ellos ven aquí un espacio que les es propio. Encuentran acá un grupo de amigos con quienes compartir e incluso salir”, destacó.

  Por el trabajo que realizan, que va desde la preparación de la tierra hasta la producción de plantines y su venta, los chicos reciben una beca municipal y otra nacional. Paniagua aclaró que “cobran por su labor en el vivero. Esto es importante porque se les reconoce su trabajo y se sienten útiles”. También destacó: “Buscamos que ellos sean vistos no como objetos de cuidado, sino como sujetos activos, que tengan participación y puedan plantear lo que piensan”.

  Las personas que llegan al vivero padecen retrasos mentales y problemas motrices. Desde la institución reconocieron orgullosos los avances de los chicos. “Si bien los cambios son progresivos y dependen de la severidad de la patología, éstos existen y son evidentes. Los chicos avanzan y están mucho mejor”. aclaró Lidia, y comentó un ejemplo: “Marcelo entró al vivero con actitudes autistas y ahora es impresionante el cambio, de esconderse pasó ahora a atender al público”.


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Las madres de la maternidad Martin recibieron una grata sorpresa.



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