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miércoles,
18 de
octubre de
2006 |
El día fatal de la capital española
El abierto tuvo una jornada de terror: goteras, peleas, lesiones y embotellamientos
Cuando todos los dioses se conjuran en contra, poco puede hacerse: el torneo de tenis de Madrid vivió ayer un día de goteras, embotellamientos, peleas y lesiones, un martes 17 que tuvo más bien aspecto de martes 13.
El primer percance llegó fuera del torneo: las interminables obras de la autopista M-30, que circunvala Madrid, se convirtieron en una ratonera para espectadores y jugadores, y hubo bastante tensión en la organización, que llegó a temer que alguno de los protagonistas no llegara a tiempo a su partido.
"El viaje desde el hotel al torneo es habitualmente de poco más de media hora. Esta vez tardé más de dos horas, y apenas pude hacer el calentamiento previo. Cuando llegué al torneo tuve que ir enseguida a jugar", dijo Juan Chela, que terminó cayendo ante el español Tommy Robredo en el partido que los enfrentó por la segunda ronda.
Pero los percances de Chela no terminaron allí. Una vez en la cancha se encontró con una gotera a la altura de la red. "No me molestó mucho", aseguró el Flaco, aunque la organización buscó nerviosa y preocupada las filtraciones en el techo del Madrid Arena, sobre el que llovió sin interrupción desde la noche del lunes.
Otro embotellamiento, pero esta vez no en la autopista, complicó el día en el Masters Series.
El español Rafael Nadal, defensor del título, debuta hoy en el torneo individual, pero ayer se presentó en el de dobles en compañía de su compatriota Feliciano López.
Consecuencia: el court central semivacío para el choque entre el español David Ferrer y el inglés Tim Henman, y el Alcalá colapsado para ver a Nadal/López ante el bahameño Mark Knowles y el canadiense Daniel Nestor.
"Yo me piro (me voy). Esta fila es insoportable", decían molestos dos espectadores en los últimos puestos de una interminable fila. Los 10.500 asientos del Madrid Arena se mostraron excesivos para el Ferrer-Henman, y los poco más de 1.000 del Alcalá podrían haberse multiplicado por tres o cuatro.
El francés Gael Monfils le ganaba al eslovaco Dominik Hrbaty, pero quiso festejar un punto y terminó lesionado. Fue retirado del court en silla de ruedas.
Y en medio de la tarde un choque verbal un tanto absurdo condimentó aún más el día para el olvido de Madrid. Nicolás Almagro, un potente español de Murcia ubicado en el puesto 34 del ránking mundial, amenazaba a Manolo Santana, gloria del tenis español y director del torneo.
"Santana se equivocó y no me dio ninguna explicación por mi exclusión. Que se atenga a las consecuencias", dijo.
El enojo de Almagro pasa por no haber recibido una invitación especial ("wild card") para jugar el torneo. En su lugar está Henman, ex número cuatro del mundo y cuatro veces semifinalista de Wimbledon.
"Creo que tengo los mismos méritos que Henman para estar en el torneo", dijo Almagro.
Con la llegada de la noche, y tras la derrota de Nadal/López en el dobles, el torneo celebraba al fin una buena noticia: debutaba el número uno Roger Federer, y con ese partido ante el chileno Nicolás Massú terminaban tres años de espera para ver al suizo jugando en España. (DPA)
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