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miércoles,
18 de
octubre de
2006 |
Salvemos a nuestros jóvenes
Por razones laborales, como coordinador de la línea K de trolebuses, me tocó compartir con los conductores la experiencia de la "noche rosarina" los domingos por la madrugada. Como padre de familia y como profesor que trata permanentemente con adolescentes y jóvenes me ha impactado profundamente ver el estado de estos al salir de los boliches, pubs o como quieran llamarles a los lugares que frecuentan. Alcoholizados, fumando marihuana, drogados, sosteniéndose unos con otros para no caerse, era la imagen que se repetía ante mis ojos en cada esquina del centro rosarino. Algunos subían al trole golpeados, con manchas de sangre, miradas perdidas, ojos vidriosos, generando entre el pasaje sensaciones de temor mezcladas con pena y bronca entre la gente que toma el transporte para ir o volver de trabajar o simplemente para trasladarse en familia hacia sus domicilios. El problema escapa a la seguridad que pueda brindar la policía o el municipio desde sus controles preventivos y/o correctivos. Es más, considero que el problema supera a las autoridades. Sus orígenes son evidentemente producto de la sociedad en que vivimos, y su solución nace en cada casa, en cada familia y en la contención de la escuela. Pero con padres ausentes por diversas razones (laborales, separados, desconocidos o simplemente ausentes), con hogares donde no existe el diálogo, sustituido por el televisor, los videojuegos e internet y el chat sin control, con escuelas sin recursos, inseguras, con docentes mal pagos, olvidados y descalificados, la solución se complica. Aunque como dijo nuestro rosarino Fito Páez: "No todo está perdido, vengo a ofrecer mi corazón". Salvemos a nuestros niños, adolescentes y jóvenes, asumamos nuestro rol de padres como corresponde, démosle el mejor de los ejemplos con nuestro trabajo, pero también con nuestra compañía y nuestros consejos tengamos el oído y la mirada siempre atentos a sus mensajes, sus dudas, sus problemas y sus necesidades. Desde la familia, apoyados en la escuela, podremos rescatarlos para no verlos dando pena en las esquinas, sin rumbo, sin conciencia, sin horizontes.
Arístides Ricardo Alvarez,
DNI 14.081.530
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