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 sábado, 14 de octubre de 2006  
Desgracia. Estupor por la muerte de un adolescente que salía de comprar en el Mercado de Productores
Murió aplastado por un camión un chico que vendía verdura
Tenía 16 años e iba con un amigo. El chofer, que giró y no lo advirtió, hizo un desesperado esfuerzo por reanimarlo

Aplastado por las ruedas duales de un camión. Así encontró la muerte un chico trabajador de 16 años. Ayer al mediodía, segundos antes de su trágico final, había salido con su carrito cargado con bolsas de papa, cebollas, cajas de huevos y verduras en general desde el Mercado de Productores para vender en algún puesto. Lo acompañaba un amigo y vecino del barrio Triángulo que tiene su misma edad y que se salvó de milagro de tener el mismo final.

El accidente ocurrió en 27 de Febrero y Avellaneda. El chico fallecido se llamaba Claudio Gerbasoni. Junto con José Luis, habían comprado frutas y verduras que apilaban en un carrito tipo sulki que arrastraban por 27 de Febrero hacia el oeste. Por esa vía y en la misma dirección se desplazaba un camión Fiat Iveco, conducido por Sergio Ferreyra, en cuyo semirremolque transportaba alimentos congelados.

Al llegar a la esquina, el camionero realizó la maniobra correspondiente para girar por Avellaneda hacia el norte. Es decir, avanzó unos metros sobre 27 de Febrero hasta alcanzar el radio de giro necesario y viró hacia su derecha. Todo esto sin advertir que los chicos estaban prácticamente debajo de las ruedas.

Gerbasoni, quien al parecer caminaba por el lado de la calle, fue alcanzado por el último par de ruedas y aplastado de lleno. José Luis zafó de casualidad. Mientras era arrastrado por el rodado, su amigo alcanzó a agarrarle una mano, tirarlo al piso.

Claudio estaba recostado en la ochava noreste, sobre la vereda, boca arriba. Algunos testigos contaron que el chico, luego de ser arrollado, se arrastró hacia ese lugar. Tenía los pantalones a medio bajar. Un charco de sangre le salía desde la espalda. Los ojos entreabiertos, la casi imperceptible respiración y la tonalidad pálida de su rostro a esa altura del hecho sugerían el peor pronóstico.

A sus pies había quedado el carrito, completamente destruido y con la mercadería esparcida por el piso. Ferreyra, el camionero, había hincado las rodillas en el piso y trataba con vehemencia de reanimarlo. Le daba aire en la cara, le tomaba el pulso, pedía la ambulancia. José Luis estaba hundido en un estado de perplejidad, pero le sostenía una mano y le hablaba a su amigo.

Era una situación estremecedora. Los chicos que limpian vidrios de los autos que detiene el semáforo, venden golosinas o simplemente piden limosna en el cruce de las dos avenidas se habían quedado mudos e inmóviles, contemplando la desgracia de dos chicos trabajadores y pobres como ellos. Los numerosos transeúntes que a esa hora había en el lugar comenzaron a agolparse. Los nervios y la tensión crecían. Varias personas decían que se habían comunicado con el 107 y con la policía, pero los minutos parecían eternos y ningún móvil aparecía por el lugar.

"No los vi. Cuando doblé por Avellaneda no los vi. Yo venía de Buenos Aires y estaba buscando el domicilio del cliente al que debía entregar la mercadería", murmuraba Ferreyra, quien en ningún momento se apartó del chico lesionado y hasta llegó a intentar un masaje de reanimación en el pecho.

José Luis, más shockeado que lúcido, alcanzó a balbucear que venían a pie, tirando del carrito y que habían salido del "mercado de frutas". "Vive al lado de mi casa, en barrio Triángulo. El camión pasó por al lado, nos encerró y Claudio cayó bajo las ruedas", alcanzó a decir antes de quedarse mudo. A medida que pasaban los minutos, y cuando la víctima ya había sido trasladada por una ambulancia, comenzaron a llegar familiares y amigos. En ese momento José Luis se quebró definitivamente. Comenzó a llorar junto con sus allegados.

"Pobrecito. Se la aguantó un montón. Vio a su amigo aplastado. El se salvó de milagro y estuvo al lado del otro chico. Ahora, que al otro chico se lo llevaron, se aflojó. Se está desahogando", opinó una mujer, consternada.
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El camionero intenta auxiliar al chico.


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