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 sábado, 14 de octubre de 2006  
El saxofonista adelanta el show que dará el próximo lunes en el teatro El Círculo
"Amo la música porque me hace sentir que los problemas no existen"
Maceo Parker aseguró que ver a la gente disfrutar le da energías para encarar las giras de conciertos

José L. Cavazza / La Capital

El camarín de La Trastienda huele un poco a humedad y se escucha el paso del agua por un caño del techo. Maceo Parker, que el lunes tocará en El Círculo, todo gesto y amabilidad, olisquea sonriente y pasea sus ojos por la desnuda habitación. Dos sillones remozados, una mesa baja, agua mineral y varios platos repletos de almendras. Faltan dos horas para el show. El saxofonista de funk -63 años, pantalón, camisa y gorra de béibol de color negro y corbata a rayas-, mano derecha de James Brown en los 70 y compañero de ruta de Prince en los 90, cuenta su historia parsimoniosamente, a puro entusiasmo y ademanes entre palabra y palabra.

-Con el apellido que tiene y encima tocando el saxo alto, ¿cómo hizo para no transformarse en un músico de jazz?

-Escuchaba y tocaba todo tipo de música, pero me di cuenta que más gente podía llegar a comprender el lado funky. Cuando todos los chicos querían imitar a los que tocaban jazz yo quería ser distinto. Esto me llevó a escuchar y tocar bien los ritmos del funk y seguir ese camino.

-Usted creció en una familia de músicos, incluso formó una banda con sus hermanos. ¿Cómo recuerda aquellos años?

-(piensa largamente) Estoy tratando de recordar cómo fue el comienzo de todo esto. Lo más lejano que puedo recordar de mi casa en Carolina del Norte es que había un piano. Recuerdo que cuando tenía cuatro o cinco años la gente llegaba a casa y se ponía a tocar el piano. Yo empecé a imitar la posición de los dedos sobre el teclado. Mi madre y mi padre escuchaban música de iglesia pero tenía un tío que tocaba blues. También había un hermano que tocaba la batería y otro que tocaba el trombón.

-Su primer instrumento fue el piano.

-Sí. Tomaba lecciones que duraban 45 minutos y siempre había uno adelante y después varios más formando fila. Me fijaba en la cola y la persona que estaba adelante mío era una chica y la que estaba atrás era también una mujer y la que estaba más atrás también era otra chica. Eran todas mujeres y yo el único varón. Así que dejé de tomar lecciones de piano. Sigo amando el piano y, aunque no me acuerdo bien cómo leer música de piano, siempre busco seguir aprendiendo sobre este instrumento.

-¿Cómo descubrió el saxo?

-En las marchas de bandas uniformadas en los entretiempos de los partidos de fútbol americano. Me gustaba muchísimo escuchar y ver ese espectáculo, pero yo buscaba el piano y no lo encontraba en esas filas y terminé señalando un instrumento casi al azar, y era el saxo. Y dije: "Yo quiero tocar eso". Una feliz coincidencia.

-¿En qué momento se dio el gran salto?

-Desde la secundaria sabía que lo mío era la música, aunque no sabía bien dónde. El director de la escuela tocaba el saxo y me sirvió de orientación. Siempre me gustó enseñar, transmitir conocimiento en torno a la música. Cuando llegué al segundo año de la universidad vi que aquel director de escuela estaba dejando de enseñar para unirse a una banda, por lo que empecé a cuestionarme mi propia vocación de docente. Me abrió el espectro de la mirada. Me dije: "Si él está dejando la escuela yo también puedo formar parte de una banda". En realidad, empecé a pensar en serio en ser músico cuando escuché a Ray Charles. Escuchándolo empecé a tenerlo como parámetro y a desear poder generar en la gente ese sentimiento de cerrar los ojos y decir "¡qué bueno está esto!", aunque yo nunca toqué ese tipo de melodía demasiado tranquila sino que fui más por el funky de James Brown. Pero la sensación en la gente era lo que me cautivó de Ray.

-¿Qué tipo de sensaciones?

-Una vez fui a ver a Ray Charles y me crucé con el saxofonista de la banda. Caminaba con el pecho hinchado de orgullo, mirando a la gente con cierta superioridad. Yo quería ser eso también. Aún antes de tocar con James Brown mi fantasía era viajar a otras ciudades en que no era conocida y poner una moneda en la máquina y escuchar mi música.

-Y después entró en la banda de James Brown.

-Mi hermano estaba tocando en un club nocturno y justo cae James Brown a tomar algo y le llamó la atención la forma de tocar la batería de mi hermano, y lo invitó muy informalmente a tocar alguna vez en su banda. Un año después, cuando ya habíamos dejado la universidad, sabíamos que James iba a tocar a nuestra ciudad, buscamos su limusina por todos lados y nos acercamos para ver si se acordaba de la propuesta. Mervin se acercó y le dijo: "¿Se acuerda de mí?". Nosotros ya teníamos bastante experiencia en la música funky. Brown se acordó de mi hermano y dijo que estaba encantado de reclutarlo para la banda. Entonces Mervin me presentó y le dijo que yo tocaba el saxo tenor. James me preguntó si sabía tocar saxo barítono y yo frente a eso podía contestar por sí o por no. Un no era pegar la vuelta a volver a casa, así que le dije que sí. Si me hubiera preguntado si sabía tocar el saxo haciendo la vertical también le hubiera dicho que sí. Así empezó mi historia con James Brown. "¿Y tienes un saxo barítono?", me preguntó. "Pues sí", le dije, y luego salí a buscar uno pues ya tenía trabajo. Tenía 21 años, era muy joven.

-¿Qué significa tocar en vivo para usted?

-Esta pregunta puedo relacionarla con lo primero que me preguntaste, respecto al mismo apellido de Charlie Parker. En un momento pensé comprarme todos sus discos y escucharlos una y otra vez, practicarlo y tocarlo como él lo hacía, y ser un Maceo Parker tocando Charlie Parker. Pero pensé, afortunadamente, que no era una buena idea. Entonces creí que sería mejor ser Maceo Parker interpretando a Maceo Parker. Amo hacer música porque me da esa sensación de que los problemas no existen y mejoran cualquier ambiente, incluso el de mi propia casa. También amo ver a la gente disfrutar de mi música y ese es el motor que me posibilita seguir haciendo tours tan largos.

-Da más de 200 shows por año. ¿Qué hace cuando no toca el saxo?

-Doy entrevistas (risas). Hablando en serio, hago cosas normales. Me gusta mucho ver películas; disfruto viendo westerns de Clint Eastwood, ir al supermercado a comprar servilletas de papel, ese tipo de cosas.
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El músico contó que empezó a tocar con James Brown por casualidad.



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