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sábado,
14 de
octubre de
2006 |
La biblioteca popular del Suipacha teme por su futuro
La comunidad de la biblioteca popular Centro Cultural Rosario, que funciona en el Centro Regional de Salud Mental Agudo Avila, conocido popularmente como Suipacha, teme por su futuro. El hospital psiquiátrico les quitó "intempestivamente" un salón donde realizaban la mayoría de sus actividades culturales, lo que ellos ven como la antesala del cierre definitivo. "Las actividades forman parte esencial de nuestro trabajo de inserción, no sólo en la comunidad terapéutica, sino en el mismo barrio", dijo a La Capital el psiquiatra Aldo Mossotti, su director.
La biblioteca de San Lorenzo y Riccheri funciona desde 1995 y atesora unos 3.500 volúmenes, además de su gabinete informático. Ahí trabajan aproximadamente 20 personas, entre contratados y voluntarios. Los socios varían con las actividades, pero este año llegaron a los 700. El Ciclo Homenaje Arte convoca un sábado por mes a unas 100 personas, 35 concurren a sus talleres de computación y otras 15 a los de escritura, de donde ya salió un libro. "Hemos desarrollado una infinidad de actividades artísticas, culturales y de promoción de la salud", dijo el director, y aseguró que la institución "tiene una gran inserción en el barrio como espacio cultural alternativo".
El directivo recordó que el pabellón del psiquiátrico estaba "abandonado" y que fueron los responsables de la biblioteca quienes lo reconstruyeron. Allí se hacían los talleres, pero desde hace un tiempo comenzaron los problemas: en agosto fueron emplazados a abandonar el pabellón y "debimos suspender todas las actividades programadas para el segundo semestre". Entre ellas, una muestra de pintura, el taller de dibujo y la edición de un libro.
"Este conflicto se originó intempestivamente, y tenemos el temor de que tengamos que cerrar", alertó Mossotti. La Asociación de Bibliotecas Populares intervino y manifestó su preocupación. Y hasta el subsecretario de Cultura de la provincia, Jorge Llonch, mostró inquietud por la situación de la biblioteca, tal cual lo dijo su director.
A partir de esta amenaza se enviaron notas a la ministra de Salud, Silvia Simoncini; a la Dirección de Salud Mental, a cargo de Gustavo Castaño; a Llonch; a la Comisión Municipal de Bibliotecas Populares; y por supuesto, a la Asociación de Bibliotecas Populares de Rosario. Además, le enviaron una carta documento al gobernador para que intervenga. Por el momento, la biblioteca sigue funcionando, aunque con sus actividades acotadas. Y espera una respuesta.
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