|
miércoles,
13 de
septiembre de
2006 |
"Hacen falta terapistas ocupacionales que trabajen en comunidades de riesgo"
Aunque se trata de una actividad poco difundida quizá porque se desconocen sus aplicaciones, el terapista ocupacional tiene un lugar importante dentro del equipo interdisciplinario de salud. Su incumbencia abarca tanto el campo de la rehabilitación cuando se trata de la reinserción social y laboral de personas con dificultades motoras o mentales, así como la motivación y el trabajo, para la prevención de la deserción escolar y adicciones. Para la terapista ocupacional Mariel Pellegrini, hacen falta más especialistas en este tema que trabajen en los barrios, en escuelas, parroquias o centros de salud. "Nos ocupamos de averiguar qué les gusta hacer a las personas y los incentivamos a través de la organización de actividades para que puedan desarrollar sus aptitudes", dice Pellegrini.
Pellegrini es directora de la carrera en la Universidad Nacional de San Martín. La especialización se dicta también en la Universidad de Buenos Aires, en la Universidad de Quilmes y en la Universidad Nacional del Litoral.
Cada tanto, Pellegrini, quien se especializó en terapia ocupacional en comunidad en Montreal, Canadá, viene a Rosario a dictar cursos de formación para graduados en la Fundación del Gran Rosario. Si bien está previsto que la carrera se dicte también aquí, por ahora sólo se ofrecen cursos de posgrado certificados por la Universidad de San Martín.
"Vemos qué ocupaciones tiene la persona y cómo organiza su vida diaria. Por ejemplo, en alguien que padece una hemiplejia, mediante actividades cotidianas le hacemos que ejercite la mano afectada", cuenta Pellegrini. Lo mismo ocurre con una persona con esquizofrenia, donde la terapia ocupacional pone el énfasis en el ejercicio de actividades que les otorgarán autonomía, como por ejemplo, higienizarse, comer y vestirse, entre otras.
La disciplina surgió en 1959 con la epidemia de poliomielitis en el país, que hizo necesaria la importación de especialistas ingleses para la rehabilitación de los enfermos. "Ellos crearon la carrera con la idea de capacitar para la rehabilitación, pero con el tiempo el concepto se fue ampliando a otras áreas de trabajo, como la prevención de la discapacidad y la reinserción laboral", explica.
El trabajo del terapista ocupacional (TO) puede hacerse en el consultorio, en el domicilio, en el barrio, en el geriátrico o en la escuela, buscando que las ocupaciones sean lo más realistas posibles. "La idea es facilitar el desempeño para mejorar la calidad de vida. Las ciencias de la ocupación tratan de dar una respuesta filosófica a cómo las ocupaciones colaboran en la reinserción personal", agrega Pellegrini. El trabajo se efectúa en forma interdisciplinaria con médicos fisiatras, fonoaudiólogos, psiquiatras, psicólogos y musicoterapeutas.
"En el área comunitaria hacemos un trabajo intenso en la prevención de adicciones", apunta. En las comunidades de riesgo, previamente se efectúan diagnósticos ocupacionales sobre empleo del tiempo libre, esparcimiento y comportamientos, y en base a las preferencias y necesidades de la comunidad, el terapista ocupacional propone actividades recreativas, deportivas o artísticas acordes al grupo. "La falta de incentivos para ocupar el tiempo libre favorece el consumo de sustancias adictivas como drogas y alcohol", afirma la TO.
"No todos tienen preferencias por el arte o el deporte. Algunas ocupaciones requieren una alta tolerancia a la frustración, no podés ofrecer cualquier cosa en cualquier momento. Una de las metas es que la actividad propuesta sea relevante y alcanzable", apunta la terapista.
"En las comunidades terapéuticas que trabajan con adicciones harían falta más terapistas ocupacionales, porque en general se manejan sólo con adictos recuperados o profesores de arte, que si bien están bien intencionados, desconocen el desafío que implica cada actividad, así como lo que realmente les gusta o desea el destinatario de ese aprendizaje".
En cuanto al rol del TO en el área educativa, Pellegrini apunta que actúa en la prevención de la deserción escolar, mediante la ejercitación de las destrezas del niño. "En general los chicos con carencias de todo tipo no tienen ejercitada la motricidad fina, porque implica un acompañamiento de los padres en el desarrollo de estas habilidades. Entonces, se podría incentivarlos desde el centro de salud, la parroquia o el jardín del barrio. No se les puede pedir a los padres que sean terapeutas, los papás son papás", finaliza diciendo la terapeuta.
enviar nota por e-mail
|
|
Fotos
|
|
La terapista Mariel Pellegrini.
|
|
|