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 miércoles, 13 de septiembre de 2006  
Hidroterapia y termalismo al servicio de la salud

El aprovechamiento del agua para mejorar la salud tiene antecedentes milenarios. Y aunque la Argentina tiene amplia oferta en termas, la mayoría orienta sus actividades a la recreación y no a la acción terapéutica. Néstor Hugo Ficosecco, médico especializado en hidroterapia y termalismo afirma que la disciplina -que no se estudia en la Argentina- es un complemento valioso de la actividad médica general, y en particular, para el tratamiento de enfermedades de la piel, del aparato locomotor y hasta para la rehabilitación neuropsiquiátrica. "En Europa, donde son pioneros, las obras sociales reconocen los tratamientos en centros termales y todos los médicos lo tienen en cuenta, ya que está comprobado que con un seguimiento profesional, la hidroterapia y el termalismo reducen los tiempos de la enfermedad y se mejora la calidad de vida en el caso de patologías crónicas", dice a La Capital.

La hidroterapia es una disciplina que se engloba dentro de la fisioterapia y se define como el arte y la ciencia del tratamiento de enfermedades y lesiones por medio del agua, mientras que el termalismo es el uso de aguas ricas en minerales y otros componentes químicos, para mejorar distintos aspectos de la salud. "Cuando uno se pone hielo para desinflamar una lesión hace hidroterapia; cuando utilizamos fomentos para rehabilitar una pierna que tuvo un yeso también; las nebulizaciones pasando por todas las opciones kinesiológicas dentro del agua y los deportes acuáticos indicados para distintas patologías", ejemplifica Ficosecco. En cuanto al termalismo, señala que en la Argentina hay muchas opciones y es importante considerar qué tipo de agua ofrece cada una para orientar el tratamiento.

El médico explica que en las aguas sulfatadas, que se encuentran, por ejemplo, en las termas marinas de San Clemente del Tuyú, predominan los sulfatos y tienen efectos comprobados en el tratamiento de patologías cutáneas, como la psoriasis o las lesiones ulcerosas.

Las derivadas del ácido sulfídrico, como las de Puente del Inca (en Mendoza), o las de Copahue (en Neuquén), que son de origen volcánico, además de los beneficios para la piel mejoran los problemas reumáticos como la artrosis y la artritis. "En todos los trastornos del aparato locomotor hay buenas experiencias con este tipo de agua", señala Ficosecco.

Las aguas cloradas sódicas y las cálcicas magnésicas "mejoran la performance de enfermedades como rinitis, otitis y problemas del aparato respiratorio alto", señala el médico. En la Argentina estas aguas se encuentran especialmente en La Rioja o Catamarca.

Ficosecco puntualiza que cuando una persona padece un problema de salud y quiere recurrir a las aguas termales o a la hidroterapia "debe ser guiada por un médico o profesional de la salud capacitado para la tarea", y agrega que es el especialista quien debe determinar por cuánto tiempo se extiende el tratamiento, cuántas veces por día debe realizar la actividad, en qué momento de la lesión o de la enfermedad y qué temperatura debe tener el agua. El hidroterapeuta dicta el tratamiento a partir del diagnóstico del médico.

El profesional rosarino -de amplia experiencia en centros termales e institutos de rehabilitación que trabajan con hidroterapia- está interesado en fomentar la especialidad en el país. "Son pocos los centros termales argentinos en los que existe un equipo profesional que guía las actividades en el agua", menciona.

El agua, como elemento terapéutico, ofrece diversos beneficios, dice el médico: la movilización en el medio acuoso es más fácil, el aparato circulatorio se activa y el drenaje de líquidos se facilita de manera natural. Además, agrega, el peso del cuerpo cambia. "El peso del cuerpo sumergido es del 10% del peso en seco. Con el agua hasta el cuello, una rodilla soporta, por ejemplo, 3 kilos en vez de 30, con lo cual los músculos no reciben el impacto, y si a eso le sumamos que el agua tiene componentes químicos más una temperatura regulada, los resultados son más que óptimos".

Ficosecco describe que los tiempos de tratamiento en las distintas patologías se reducen en algunos casos al 50% cuando la prescripción farmacológica (si es que está indicada) va junto al tratamiento en el agua. "Yo no dejo de indicar medicamentos si corresponde, pero científicamente están comprobados los efectos en problemas como la psoriasis, el acné, las úlceras varicosas, escaras por decúbito, enfermedades respiratorias y neurológicas, por mencionar algunas", comenta.


Otras opciones
El agua, dice el especialista, es "la vedette" en este estilo de terapias pero también se suman la fangoterapia y la aplicación de algas para tratar distintos problemas de salud. Para el aparato circulatorio y algunas enfermedades de la piel la fangoterapia, señala, ha demostrado efectos positivos al igual que las algas. "En cosmiatría las algas están siendo utilizadas por los grandes laboratorios internacionales por sus beneficios para la piel".

En el mundo existen grandes compañías dedicadas a la dermatología que nacieron de centros termales. Las principales empresas francesas vinculadas a la cosmética y los tratamientos de la piel desarrollan su actividad a partir de los beneficios del agua, manifiesta el médico.

A la hora de diseñar un centro termal, Ficosecco dice que no sólo hay que considerar el tipo de agua de la zona para determinar a qué tipo de terapia irá dirigido, sino también los aspectos arquitectónicos. "No es lo mismo idear un centro donde se tratarán cuestiones dermatológicas que necesitan una luz determinada, que armar uno dedicado a las personas con problemas reumáticos donde debe primar la facilidad de desplazamiento", menciona como ejemplo.

Ficosecco presentará su libro "Hidroterapia y termalismo como ciencias aplicadas a la salud" el próximo 22 de septiembre en la Fundación del Gran Rosario.

F.O'K.
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Además de relajar, las aguas termales mejoran distintas patologías.


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