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 miércoles, 13 de septiembre de 2006  
Paradero desconocido. La fuga del chico, de 11 años, se dio en un marco de fuerte conflicto dentro de su familia
Buscan a un nene que huyó por no querer volver a España con su madre
La mamá sospecha que su hermana lo puede tener escondido y ésta lo niega. Ya hay dos causas en marcha

Silvina Dezorzi / La Capital

Nicolás Salgado tiene 11 años y, desde anteayer, nadie sabe dónde está. Hace dos años y medio el nene dejó Rosario rumbo a España con su mamá, Carina Salgado, y el marido de ella. Todos se radicaron en Madrid, donde Nicolás retomó la escuela. Hace 70 días, su madre decidió enviarlo a Rosario para que pasara sus vacaciones con su abuela y tías maternas. Todo anduvo bien hasta la hora de volver: en Ezeiza, adonde lo acompañó su tía Carmen, el nene se negó a subir al avión. La negativa, acompañada de llanto y hasta síntomas físicos, se repitió tres veces la semana pasada, hasta que su mamá viajó a buscarlo. El sábado pasado llegó con su esposo y se encontró con su hijo, su hermana Carmen y su madre, que no pararon de repetirle que “el nene no quiere volver” y de sugerirle que lo dejara. Un día después, psicólogo de por medio, se acordó el regreso, pero cuando Carina pasó a buscarlo por la casa de su madre, el nene se fugó y desde entonces nadie sabe nada de él.

  El temor y la sospecha de Carina es que su hermana Carmen tenga algo que ver con la desaparición o al menos el ocultamiento de su hijo. Carmen, por su parte, lo niega enfáticamente y da sus argumentos para reafirmarlo. Por eso es tan complejo relatar hechos que involucran a una familia en conflicto y con versiones tan distintas.

  La mamá de Nicolás y su esposo (que no es el padre del niño, pero lo crió) cuentan que como el nene tuvo muy buenas notas decidieron “premiarlo” con un viaje a Rosario. Dicen que el chico se adaptó bien en España y que el único problema que registraron en los últimos tiempos fue un cierto sobrepeso, por lo que lo estaban tratando con una nutricionista. Acá el tema empeoró: llegó con 62 kilos y ahora anda por 80.

  Durante los 70 días que el nene pasó en la casa de su abuela y tías, Carina cuenta que hablaron casi a diario por teléfono. El plan era que el lunes de la semana pasada Nicolás abordara el avión de Air Madrid para poder empezar las clases siete días más tarde y retomar otras obligaciones.

  Sin embargo, cuando su hermana Carmen llevó al chico al aeropuerto se topó con la negativa cerrada de Nicolás a abordar el avión. Crisis emocional de por medio, cambiaron el pasaje para el miércoles siguiente. La escena se repitió ese día y dos más tarde, al tercer intento. Al nene incluso le subió la presión y debió atenderlo un médico.

  Según el relato de Carina, una llamada de su hermana y su madre el viernes pasado diciendo que el nene no quería volver y sugiriendo que lo dejara en Rosario, la decidió a volar de inmediato con su marido. El sábado ya estaba en la ciudad y allí se encontró cara a cara con su hijo y el resto de la familia.

  “Ante la negativa de él a viajar, mi madre y mi hermana empezaron a decirme que yo no lo escucho y a insistirme con que lo dejara acá, mientras yo les explicaba que jamás lo voy a dejar, que es mi hijo y que todos tenemos una vida allá”, afirmó angustiadísima. Su esposo, Juan Manuel Rodríguez, sostuvo que la familia de su mujer “cree que apoyando al nene para que no viaje le están haciendo un bien, que son algo así como sus salvadores”.

Ayuda profesional


  Por eso, sintiendo que necesitaba “alguien” que la ayudara, Carina llamó a un psicólogo de Buenos Aires que al día siguiente, domingo, llegó a Rosario para intervenir en la situación. Su idea era resolver la situación puntual y después, ya de regreso en Madrid, encarar la “terapia familiar que fuera necesaria”.

  El psicólogo llegó a la casa de la madre de Carina, donde aún estaba Nicolás. Allí, según Carina y su marido, el profesional aclaró que la familia no debía estructurarse “en dos bandos” (Carina y su marido por un lado, la abuela y la tía por otro) y que el chico tendría que entender y aceptar “que debía volver con su madre”. Nicolás pareció entenderlo. A Carina le dijo que debía ponerse “recta” porque su hijo “necesitaba límites”.

  Sin embargo, cuando al día siguiente Carina lo fue a buscar a la casa de su madre para ir a Ezeiza, al abrir la puerta el nene salió corriendo. Primero entró a la casa de un vecino, después a un negocio, y finalmente la empujó y corrió a la esquina. Allí sencillamente desapareció.

  Carina lo buscó desesperada, pero no pudo encontrarlo. Cuando volvió a la casa de su madre, su hermana Carmen no estaba y poco después regresó en un taxi. A la noche, según Carina, un vecino le dijo que para huir el nene había subido “acompañado” también a un taxi.

  A partir de esa situación, y una vez radicada la denuncia por la fuga del menor en la comisaría 14ª, Carina y su esposo decidieron pasar por la casa del padre biológico del nene (que nunca lo reconoció ni tiene patria potestad sobre él). El hombre aseguró no tener noticias del chico, pero los sorprendió al contarles que esa mañana Carmen lo había llamado para pedirle que le “firmara unos papeles”.

  Entonces la pareja resolvió esperar en la casa del hombre la llegada de Carmen. Siempre según su relato, cuando apareció con una carpeta a cuestas le preguntaron qué quería que firmara el padre de Nicolás. La mujer negó haber dicho algo sobre el tema y partió en un remís.

  Por eso, ante la escena, Carina regresó a la seccional para aportar estos nuevos datos y radicó una segunda denuncia, esta vez por ocultamiento de menor. Luego el padre del chico ratificó en sede policial lo que había pasado, incluido el extraño llamado de la tía del nene. A Carmen, por su parte, la fue a buscar un patrullero y la llevaron a declarar, donde negó taxativamente estar ocultando a su sobrino.

  Esa misma versión brindó Carmen a La Capital. “¿Voy a haber llevado a Nicolás tres veces a Ezeiza en remís y ahora lo voy a tener escondido?”, se indignó. Además, afirmó que sólo fue a ver al padre del chico “para explicarle la situación del nene” y admitió haberle pedido si estaba dispuesto a hablar con sus abogados “en el supuesto caso de que lo necesitara”, pero no que firmara papeles.

  “Acá nadie considera el estado psicológico del chico, nadie cuenta que le tiene miedo al marido de mi hermana”, dijo, indignada ante el hecho de que se sugiera que pudo haber “secuestrado” al chico. “¿Hasta dónde vamos a llegar con toda esta locura?”, preguntó. Mientras tanto, hasta anoche seguía siendo un misterio el destino de Nicolás.
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Nicolás llegó hace 2 meses de vacaciones.

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