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miércoles,
13 de
septiembre de
2006 |
Docencia
y buen gusto
El viernes 8 de setiembre concurrí a festejar el Día del Maestro a un distinguido bar de la costanera norte de Rosario. El momento de alegría se transformó en asombro cuando en un momento se escucharon las estrofas del Himno Nacional (algunos docentes se pusieron de pie), y apareció un hombre travestido, con guardapolvo blanco, escarapela y peluca. Comenzó entonces un "espectáculo" lleno de comentarios groseros en los que tampoco faltaron "bromas" despectivas hacia las mujeres ancianas, al sargento Cabral, "chistes" con connotaciones sexuales en términos extremadamente burdos, etcétera. Los reproduciría aquí si no fuera porque de hacerlo seguramente esta carta no se publicaría. Me dediqué a observar al público, y me asombró constatar que mientras algunos docentes mostraban rostros serios (algunas expresiones les resultaban difíciles de digerir como sobremesa) y otros se retiraban del lugar, muchos festejaban y aplaudían muy contentos. Deberíamos dejar de lamentarnos por la manera en que los chicos hablan, se dirigen hacia sus mayores, respetan los símbolos o se comportan con su sexualidad. No podemos pretender incoherencias, y comparando con lo que allí festejaban algunos de sus maestros, los chicos son un ejemplo de educación.
Mariano Morelli, DNI 21.528.656
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