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 domingo, 27 de agosto de 2006  
Los radicales se marcharon de Rosario con el corazón partido
Amenazan con intervenir los distritos rebeldes. La definición de las candidaturas quedó para más adelante

Javier Felcaro / La Capital

El final de la convención nacional de la UCR, que durante casi dos días deliberó en Rosario, desnudó ayer su traumático presente: la fractura entre opositores (ausentes) y oficialistas. También plasmó un contundente rechazo al gobierno de Néstor Kirchner y a los radicales K, lo que despeja el camino hacia una coalición electoral para el 2007, en la que posiblemente se inserte la candidatura presidencial del ex ministro de Economía Roberto Lavagna (como quiere el alfonsinismo) o la de un nombre propio, e incluso el socialismo.

La Declaración de Rosario, el documento que la cúpula de la UCR, encabezada por Roberto Iglesias, presentó como base programática de la estrategia a adoptar, fue aprobada por unanimidad por los convencionales e insta a conformar una alianza antikirchnerista con "total autonomía política y funcional".

Según Iglesias, "hay un solo radicalismo: el que tiene el sello, los símbolos, el escudo y el coraje de constituir un proyecto alternativo al de Kirchner". Luego advirtió que "nadie se puede desviar" de lo planteado en el cónclave.

Entre otros dardos direccionados al jefe del Estado y su estilo de gestión (tildado de "avasallante"), lo acusó de ejercer "un capitalismo prebendario" y de actuar como "un déspota electivo".

La convención facultó a Iglesias a entablar diálogos con otras fuerzas políticas para establecer acuerdos programáticos, al tiempo que convocó a un nuevo encuentro en los próximos 60 ó 90 días.

Además, como La Capital adelantó ayer, el máximo órgano deliberativo del centenario partido dispuso que los distritos que no acaten las resoluciones no podrán representar a la UCR en los próximos comicios, a riesgo de ser intervenidos previa comunicación a la Justicia.

Fue un golpe directo a los díscolos liderados por el gobernador mendocino Julio Cobos, sobre quien no pocos de los dirigentes que gastaron los pasillos de Luz y Fuerza especulan que ya tiene definida su candidatura a vicepresidente de Kirchner.

Pero un fuerte cruce enmarcó las horas previas a las conclusiones: Margarita Stolbizer, secretaria general del radicalismo, propuso un cuarto intermedio por 60 días, mientras que Iglesias exigió la inmediata aprobación de la declaración.

La líder de Generación Encuentro Nacional dejó en claro que quiere que la UCR designe candidatos propios que negocien, posteriormente, su integración a una coalición de centroizquierda. E insistió en que Lavagna no constituye una alternativa.

"No podemos esperar más. Tenemos que sacar una definición ya. De lo contrario, le demostramos a la sociedad que el radicalismo no sabe qué carajo hacer", replicó el ex gobernador de Mendoza y actual diputado nacional. Stolbizer aceptó el mandato de la mayoría.

La discusión también pasó por el frustrado armado de una comisión especial destinada a abrir el diálogo con otras fuerzas, integrada por Iglesias, el titular de la convención, Adolfo Stubrin, y los jefes de los bloques del Senado, Ernesto Sanz (algunos lo posicionan como aspirante a la Presidencia), y de Diputados, Fernando Chironi.

Sin embargo, el sector liderado por el ex presidente Raúl Alfonsín se quedaba sin representación. Finalmente, los contactos a futuro con otros partidos fueron delegados a Iglesias.

En tanto, los fogoneros de la sociedad política con Lavagna optaron por eludir el tema de las candidaturas para no machacar la susceptibilidad de los grupos que resisten al ex funcionario kirchnerista.

Es que, como admitió un correligionario que revisaba minuciosamente añejos casetes con la marcha radical en venta en el hall del sindicato, la foto de Lavagna junto a ex duhaldistas en el restaurante El General "dejó a muchos atragantados". Iglesias, en tanto, dijo: "Se verá si encontramos coincidencias, ya sea con él (por el ex ministro) o con otros sectores".

Respecto de los radicales K y su apoyo a la concertación que pregona la Casa Rosada, no hay retorno. Incluso la falta de quórum en el cónclave, temida por la autoexclusión del Movimiento Federal, se diluyó con la sumatoria de 227 convencionales titulares (54 más de los necesarios) y de 50 suplentes, sobre un total de 347.

Los autorrotulados radicales G (porque gobiernan, según destacan), pegaron el faltazo después de varias idas y vueltas, detonando también discusiones internas. Sólo desembarcó en Rosario un puñado de convencionales de Mendoza, Corrientes y Catamarca.

El cisma es inocultable: del lado de los que sintonizan a la perfección con Balcarce 50 quedaron cinco de los seis gobernadores radicales y sus principales intendentes. Una fuga de fichas clave en el mapa político de la fuerza fundada por Leandro N. Alem.

Stubrin explicó que en el nuevo régimen de disciplina no se contemplará la expulsión de aquellos que, siendo afiliados, no vayan con la UCR a las urnas, aunque sí tendrán vedado el uso de la simbología partidaria.

Si bien la convención definió la estrategia electoral y ratificó el perfil opositor del radicalismo, el interrogante de las candidaturas promete más capítulos polémicos.
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La dirigencia de la UCR le dio luz verde a la conformación de una alianza antikirchnerista.

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