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 domingo, 27 de agosto de 2006  
El cisma. Militantes y dirigentes de la UCR confraternizaron en Rosario
Una convención que levantó el ego radical
Durante dos días los partidarios de Alem se ubicaron en el centro de la escena política argentina

Walter Palena / La Capital

Los radicales están por estas horas con el ego en alza. Más allá de las operaciones de bajo vuelo, los partidarios de Alem estuvieron en el centro de la atención mediática a raíz de la convención nacional que sesionó en la sala de Luz y Fuerza de Rosario.

Todas las corrientes internas -tan variadas como confusas- tuvieron el tiempo para confraternizar y empaparse de la liturgia partidaria en los interregnos del debate, o cuando se cansaban de escuchar los discursos que, de tan repetitivos, aburrían hasta a los propios convencionales.

En el hall de Luz y Fuerza se colocaron mesas con todo el merchandising partidario: libros de Raúl Alfonsín, Arturo Illia y Moisés Lebensohn. También se podían comprar prendedores con el emblema, casetes y discos compactos con el himno radical. Póster de Alem, Yrigoyen y Alfonsín también formaban parte de la oferta.

Ajeno a toda esa mercancía, un hombre de edad avanzada pretendía hacer su propio negocio. Ataviado con un traje azul, combinado con una corbata roja y un sombrero de gaucho, Neblina Ciardiello pasilleaba ofreciendo un libro de su autoría, cuyo título, "El partido", iba acompañado de una leyenda con tipografía más pequeña con la célebre frase de Illia: "Ser radical no es fácil, pero vale la pena serlo".

De trato campechano, el hombre contó a La Capital que el curioso nombre de Neblina viene desde los tiempos en que jugaba al fútbol en Corral de Bustos, su pueblo natal. Ahora vive en Córdoba y vino a Rosario a seguir de cerca las discusiones de su amado partido. "En realidad acá no se sabe quién tira el centro y quién cabecea", suelta Neblina, un poco desorientado por el debate que en ese momento se desarrollaba en la sala del sindicato.

En una mesa contigua, un grupo de mujeres que tomaba mate se encontró inesperadamente con un partenaire de lujo: el ex senador Mario Losada, quien andaba ansioso por sorber la bombilla. El hombre se acercó hasta las mujeres, quienes le ofrecieron uno, que aceptó gustoso. Eso sí, nadie le solicitó una foto, como sí lo hicieron con el chaqueño Angel Rozas o el porteño Jesús Rodríguez.

"¿Vamos para adentro así nos damos un baño de izquierda?", propuso con sorna un cuarentón corpulento a otro con tonada norteña. Es que en ese momento había tomado el micrófono la convencional Margarita Stolbizer, y la señal de Crónica la transmitía en vivo. Todo se podía seguir desde el televisor ubicado en el bar de Luz y Fuerza.

En las afueras también había actividad. La Juventud Radical y los miembros del grupo de Los Irrompibles, una especie de claque alfonsinista, desparramaron unas cuantas sillas en la calle y se dispusieron a armar una "asamblea de la militancia". No eran más de 20, pero discutieron mucho y animadamente.

Uno de los jóvenes, de aspecto desaliñado, se empeñaba por introducir en el debate un tópico complejo: la ubicación del "sujeto histórico" del radicalismo. Luego de dar varias vueltas en su discurso, al fin lo encontró: los desposeídos.

Ya más en el llano, los jóvenes radicales debatieron los mismos temas que se discutían en la convención. Muchos de ellos no parecían estar convencidos en ir solos en las elecciones del próximo año. La mayoría se referían a la necesidad de establecer "políticas de alianzas", pero se cuidaron mucho de dar nombres propios, como el de Roberto Lavagna, por ejemplo.

Cuando cayó la tarde y se conoció el contenido del documento partidario, los convencionales y militantes comenzaron a salir de Luz y Fuerza rumbo a los hoteles donde se hospedaron o a los micros que los trajeron hasta aquí. Parecían marcharse contentos, con la sensación del deber cumplido y con la autoestima alta por haber sido protagonistas de la política, aunque sea por 48 horas.
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Un veterano militante radical, con la clásica boina blanca, no quiso perderse el debate.

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