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 domingo, 27 de agosto de 2006  
Distintas postales bajo el signo de la prostitución
Los pintorescos burdeles dieron paso a los "privados"

La oferta de sexo cambia a la par de las costumbres argentinas. De la vieja postal de los antiguos "piringundines" que en la época de la Chicago Argentina coparon Pichincha a hoy, los encuentros íntimos han mutado de forma tantas veces como la moda. Con sólo levantar el teléfono se puede saber cuánto cobran "el servicio" los denominados "privados", que no son otra cosa que departamentos donde el sexo pago espera detrás de la puerta. Los precios son tan variables como las propuestas, pero rondan entre los 20 y los 120 pesos, según lo que desee el "cliente". Un sistema que garantiza la privacidad y que ni siquiera está penado por la ley.

La prostitución es una verdadera industria sin chimeneas. Sin ir más lejos, en Pichincha, los "privados" se ubican a razón de dos por cuadra. Generalmente en casas comunes, edificios bajos y departamentos de pasillo. Todo un mundo que se puede otear por la mirilla de los clasificados.

En la edición del domingo pasado de La Capital, de 60 avisos en el rubro 1.606 (empleados de empresas de servicios), 36 ofrecían un futuro laboral para ejercer la prostitución.

La mayoría de los avisos propone pagar de 8 mil a 6 mil pesos mensuales a las meretrices y otros aclaran que son turnos de 6 horas. "Chicas para privado", "Ganancias sin descuento", "Opción vivienda", "Pagos diarios", son algunos de los anzuelos para enganchar a las trabajadoras sexuales. En diálogo telefónico con La Capital, una de las chicas confesó que llega a ganar unos 200 pesos por día. Todo depende del porcentaje que tengan que dejar a las "madamas" o los responsables de "regentear" el lugar.

Según los vecinos consultados por este diario, los "timbres" donde hay oferta sexual se expanden a razón de dos por cuadra. Incluso en Ovidio Lagos entre avenida del Valle y Güemes habría tres.

En la zona estos servicios se prestan básicamente en pequeñas casas o en departamentos de pasillo, del tipo chorizo. Una alta concentración a comparación de otros sectores de la ciudad donde el negocio está más expandido, a excepción de los alrededores de la Terminal de Omnibus Mariano Moreno.

Los clasificados sirven como mapa de ruta. Detrás de "colas infartantes", "chicas fogosas" o "conejitas", una voz en el teléfono da las tarifas: "bucal, vaginal, anal y completo". Los precios van desde los 20 a los 120 pesos.

El sistema funciona a la perfección. Un teléfono, con una recepcionista que cobra a los clientes, y un grupo de cuatro o más chicas que trabajan puertas adentro. La actividad no está penada por el Código de Faltas que sólo prohíbe la prostitución escandalosa y la obtención de dinero proveniente del rubro. De lo que se haga puertas adentro, no existe sanción alguna. Todas ofrecen sexo con preservativo

En rigor, y más allá de la nueva realidad prostibularia del barrio, que se consuma sexo a puertas cerradas no es la principal preocupación de los habitantes de la República de Pichincha. Muy por el contrario, lo que distorsiona la convivencia son los ruidos molestos a la salida de los boliches bailables y en la vía pública.
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