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miércoles,
26 de
julio de
2006 |
Escalada bélica. El fantasma de la guerra civil asusta a la población civil
Los libaneses comienzan a perder la paciencia con las milicias de Hezbolá
Se agravan las divisiones sectarias y las críticas a la guerrilla shiíta por arrastrar al país a un conflicto armado
Hamza Hendawi
Beirut.- Los combates entre Israel y Hezbolá han agravado las divisiones sectarias en el Líbano y amenazan con hacer añicos la frágil paz del país, acosado todavía por el fantasma de la guerra civil. Los rivales de Hezbolá acusan a la guerrilla shiíta de haber arrastrado al Líbano hacia una guerra que dejará al país en ruinas y por lo tanto es previsible que en el futuro sean más intransigentes con una agrupación que actúa con autonomía casi total en el sur del país.
La guerra civil de 15 años está todavía fresca en la memoria de los libaneses y las perspectivas de que estalle otra parecen remotas. Pero las nuevas hostilidades pusieron sobre el tapete el tema del desarme de Hezbolá, un asunto explosivo que no pudo ser resuelto este año en varios meses de consultas entre políticos libaneses.
"Lo que suceda después de la guerra va a ser más peligroso que la guerra misma", pronosticó Rafik Khoury, cojefe de redacción del diario Al-Anwar. "Hay temor de otra guerra civil, aunque por ahora no existen las condiciones para que ello suceda".
Una resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas de 2004 pidió el desarme de las milicias libanesas. El gobierno, sin embargo, se ha mostrado renuente a confrontar a Hezbolá, una milicia apoyada por Irán y Siria que ha sido la abanderada de los shiítas que viven en el Líbano.
El gobierno prooccidental del Líbano sostiene que la ciudadanía debe unirse para hacer frente al actual drama. Pero es previsible que esa unidad se disipe una vez concluidos los combates.
Ajuste de cuentas
El líder de Hezbolá, jeque Hassan Nasrallah, ha dicho que una vez finalizadas las hostilidades habrá un "ajuste de cuentas" con aquellos que se oponen a su organización.
La popularidad de Hezbolá se cimentó en 2000, cuando Israel puso fin a una ocupación de 18 años del sur del Líbano, debido a las bajas que sufría por los ataques de la guerrilla. En el último año, no obstante, quedó medio aislada debido a sus estrechos vínculos con Siria. Muchos libaneses responsabilizan a Siria por el asesinato del popular ex primer ministro Rafik Hariri y la propia ONU implicó a los sirios. El malestar desembocó en el retiro de las fuerzas sirias que ocuparon el país durante 29 años.
Poder compartido
Desde que se independizó de Francia en 1943, el Líbano sale adelante con una delicada fórmula para compartir el poder, según la cual la presidencia queda en manos de un cristiano, el primer ministro es un musulmán sunita y el presidente del Parlamento es un shiíta. En todas las estructuras del gobierno y las fuerzas armadas se emplean parámetros similares para la distribución de puestos. Hezbolá y el movimiento shiíta Amal controlan la mayoría de las bancas de ese sector en el Parlamento y son en la práctica los representantes políticos de la comunidad shiíta.
Si bien la guerra civil terminó en 1990, las relaciones entre los distintos grupos han sido tensas. Talal Arsalan, político de la secta islámica drusa que apoya a Hezbolá, dijo que la ofensiva israelí busca "alimentar la sedición sectaria dentro del país y explotar la fragilidad del sistema político libanés con el fin de dividirlo", según sus componentes sectarios.
Una derrota de Hezbolá ante Israel fortalecería a otras comunidades, particularmente los sunitas. Pero Nasrallah dijo que el solo hecho de haber enfrentado a Israel y haber sobrevivido a su ofensiva representaría una victoria para su agrupación. (AP)
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La fuerza aérea continúa bombardeando los bastiones de la guerrilla islámico proiraní.
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