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 sábado, 22 de julio de 2006  
La educación superior en la encrucijada de los jóvenes
Apuntes sobre la democracia y la equidad en las universidades
Junto al gobierno del sistema, corresponde debatir la inclusión y permanencia de quienes acceden a este nivel

Matías Loja / La Capital

El reclamo por una mayor apertura democrática al interior de las universidades pareciera ser uno de los pedidos más escuchados en los últimos días, sobre todo a raíz de los reiterados y frustrados intentos de elección del rector en la Universidad de Buenos Aires (UBA).

La participación electoral de la totalidad de los docentes (como los interinos), una mayor representación estudiantil en los cuerpos colegiados, y hasta la necesidad de una mayor periodicidad en la realización de las asambleas universitarias son algunos de los pedidos que, desde distintos sectores académicos y estudiantiles, se consideran urgentes de debate en el interior de las universidades.

Así, junto con otras demandas, como la presupuestaria, la necesidad de dotar al sistema de un esquema de gobierno y elección que permita mostrar a las casas de altos estudios como ámbitos más democráticos pareciera estar hoy en el centro de las discusiones.

Incluso la propuesta de la elección directa de la máxima autoridad universitaria reflota hoy en boca no sólo de las agrupaciones estudiantiles, históricas defensoras de esta iniciativa junto a los gremios docentes, sino también los otros sectores de la comunidad universitaria.

Vale aclarar que la actual ley de educación superior habilita a las propias universidades a decidir, en uso de su autonomía, la forma que cada una de ellas procederá a la elección de su rector, al punto que existen casas de altos estudios, como la de Luján, San Luis y Río Cuarto, por citar algunas, que poseen un sistema de voto directo ponderado para la elección de sus máximas autoridades.

En este marco, a principios de mes, el rector de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), Jorge González, presentó en el Consejo Superior de dicha institución una serie de medidas para debatir la necesidad de avanzar en reformas en el sistema electoral. Proyecto que propone, entre otros puntos, la elección directa y simultánea del rector, decanos y vicedecanos, mediante el voto secreto y ponderado por claustro.


Debate superior
Si bien este año pareciera estar marcado por el debate por la nueva ley nacional de educación, también es cierto que el 2007 será el año elegido por el Gobierno Nacional para la discusión por una nueva legislación universitaria que reemplace la vigente ley de educación superior del año 95, aunque se especula que dicho proceso comenzará formalmente después de las elecciones presidenciales del año próximo.

Aunque a diferencia de la ley de enseñanza para la escuela primaria y media, el debate acerca de la nueva norma universitaria estaría centrada dentro de los propios claustros universitarios. Y para ello, el Ejecutivo buscará consensuar una propuesta junto a los rectores nucleados en el Consejo interuniversitario Nacional (CIN).

Pero junto a los debates en torno a la democratización en la gestión y gobierno universitarios, también cabría incluir la problemática de la inclusión de los jóvenes dentro del sistema de educación superior. Y en torno a ello, incorporar en la agenda de discusión la cuestión de democratizar también el acceso a las universidades.

Es que si bien la democracia universitaria está ligada en general a la tradición emanada de la Reforma del 18 (como el cogobierno y la libertad de cátedra), dicho concepto resulta por momentos insuficiente para dar cuenta de la complejidad de construir una universidad que, además de ser democrática puertas adentro, lo sea también de cara al conjunto de la sociedad.

La revisión de los exámenes de ingreso eliminatorios, los programas de becas y comedores para sus alumnos y el financiamiento del sistema, son algunos de los puntos a tener en cuenta en esta problemática, aunque determinados sectores académicos planteen a contramano de la realidad la falsa dicotomía entre calidad y masividad.

En este sentido, días pasados el especialista en educación superior y docente de la UBA, Augusto Pérez Lindo, manifestó en un encuentro en La Pampa que en la coyuntura actual, la universidad argentina, además de dar respuesta a la generación de conocimiento acorde al desarrollo nacional, debe atender la necesidad de socialización de miles de jóvenes que ingresan a la universidad, tanto en el acceso como en la retención de los mismos.

Es que del millón y medio de los jóvenes que ingresa en la educación superior, la universidad termina filtrando al 80 por ciento de los mismos, a los que se les podría sumar los miles de jóvenes que hoy no accede, por situaciones eminentemente económicas, a las instituciones de enseñanza superior.

Según datos del Ministerio de Educación de la Nación, en la última década, la cantidad de ingresantes a las universidades públicas creció casi en un 90 por ciento, aunque en su mayoría, la procedencia social de los mismos sigue siendo de los hogares de clase media y alta. Al respecto, un informe del Sistema de Información de Tendencias Educativas en América Latina (Siteal), indica que en Argentina, en el año 2000, sólo 2 de cada 10 estudiantes de nivel superior pertenecen a hogares pobres.

Será cuestión entonces que el tema de democratizar también el acceso a la universidad forme parte de la agenda ministerial, de cara a una nueva reforma universitaria que, además de la calidad, garantice de verdad la igualdad en el acceso a la educación como derecho de los jóvenes, cualquiera sea su procedencia social.
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En Argentina, el 80 % de los ingresantes universitarios son de clase media y alta.

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