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domingo,
16 de
julio de
2006 |
Chillán: enmarcado en la nieve
Los juegos de invierno y la lujosa estadía de un spa con aguas termales se conjugan en el complejo chileno
MArcelo Castaños / La Capital
Salir a esquiar, pasear por la nieve con raquetas o andar en trineo; zambullirse en una pileta termal, pasar por el sauna, buscar a los chicos en la sala de juegos, ir al gimnasio, entregarse a una sesión de masajes descontracturantes o fangoterapia y terminar el día con un buen partido de pool. Parecen actividades reservadas a distintos ámbitos, pero no. Son solamente algunas de las cosas que se pueden hacer en Termas de Chillán, un resort de montaña ubicado en un punto privilegiado de la cordillera chilena, que tiene varias cosas de qué jactarse. Además de contar, dicen sus responsables, con el elevador y la pista de esquí más largos de Sudamérica, tiene esquí in-out, el único en su tipo que combina el esquí con el spa, y una serie de actividades que lo hacen atractivo para todos, sea o no amante de los deportes.
Antiguamente le llamaban Valle del Sol, y fue rebautizado como Valle del Bosque Nevado. Es una hoya enclavada en plena cordillera, a 1.600 metros sobre el nivel del mar, rodeada de picos, entre ellos, el Pirigallo (cumbre nevada en mapurungum, una lengua mapuche), y el cerro conocido como Cabeza del Indio. En ese lugar crece un bosque milenario en el que predomina la lenga, un árbol de crecimiento lento, que recién es adulto a los 40 años y es común verlo centenario.
El bosque nevado que se eleva en la montaña le da al paisaje un aura de ensueño. Allí solía esquiar José Luis Giner Izquierdo, un chillanejo que en la década del 70 comenzó a pergeñar un proyecto de complejo turístico. Desde los años 30 el lugar funcionaba como terma, con un hotel provisto de una piscina semiolímplica al que en 1991 lo devoró un incendio. Allí comenzó a escribirse la historia de Termas de Chillán, que hoy cuenta con el hotel Perigallo (el primero en construirse) de tres estrellas; el Gran Hotel, un cinco estrellas con 120 habitaciones, spa, piscina termal y todas las comodidades, y el Pirimahuida (montaña nevada) un tres estrellas pensado más que nada para los esquiadores, que se levanta en el cercano pueblo de Las Trancas. En ese lugar de película se levantan hoy, además de los tres hoteles, seis condominios que llevan los nombres de algunas especies que pueblan el lugar: pangues, alerces, robles, cohíues, mañios y ñires.
Esquí para todos los niveles
Termas de Chillán ha conseguido posicionarse como uno de los centros de esquí más importantes de Sudamérica, al que no sólo buscan argentinos y brasileños, sino también visitantes europeos y norteamericanos que lo eligen en el verano septentrional buscando la nieve que les niega su hemisferio. A ellos, el complejo les ofrece una serie de ventajas. Cuenta con 10 mil hectáreas esquiables y 1.100 metros de desnivel. Su elevador Don Otto, con 2,5 kilómetros de recorrido, es el más largo de Sudamérica, igual que su pista Las Tres Marías, de 14 kilómetros de extensión, que desciende desde los 2.900 hasta los 1.680 metros sobre el nivel del mar, e incluye (de ahí su nombre) los tres niveles de dificultad. También tiene esquí-in esquí-out, es decir, que se puede salir y volver con los esquíes de y a la puerta del mismo hotel, una ventaja muy considerada por los deportistas. Además, cuenta con pistas largas y anchas para los niveles intermedios y para principiantes. Pero también se puede ascender a los 3.200 metros del volcán Chillán y lanzarse desde allí marcando la propia ruta.
Esquiar en el bosque
Otra maravilla para los amantes del deporte es que se puede elegir esquiar en medio de un bosque cubierto de nieve. Además de esquí alpino, se puede practicar esquí nórdico, randonee (triatlón de montaña que combina ascenso con y sin esquíes y descenso por nieves vírgenes) y snowboard en sus distintas variantes. El complejo ofrece la posibilidad de obtener todo el equipamiento necesario.
Pero el que no sabe, no quiere o no puede esquiar también puede disfrutar de la nieve haciendo esquí de fondo, paseo con raquetas, motoesquí o trineo. El esquí de fondo consiste en deslizarse por la nieve con esquíes más angostos que los comunes y por pendientes muy suaves, lo que lo asemeja a una caminata por la nieve pero a una velocidad mayor. Es una actividad que puede desarrollar prácticamente cualquiera.
Motos en la nieve
Uno de los paseos que combina la adrenalina con el disfrute del paisaje es el circuito de motonieve. Motos de 250 cc son los vehículos con los que se puede recorrer una pista de 2,5 kilómetros. El conductor se interna en el bosque por una pista de nieve llena de curvas y contracurvas, desniveles y un par de bajadas muy pronunciadas que aumentan el vértigo. Se sale y entra al bosque, se pasa por cornisas que dejan ver el cordón montañoso, y hasta se llega a un punto panorámico en el que aparece de frente, imponente, el cerro Pirigallo.
Seis perros Alaskan Malamute tiran los trineos en el circuito, un camino nevado de unos 2 mil metros. Simbad es el perro guía, y a él se dirige el conductor del trineo, que maneja la situación desde atrás. En el compartimiento pueden ir dos adultos y un chico. Junto a Simbad va una perra que está aprendiendo el "oficio" de guía, y detrás de ellos los cuatro restantes. El paseo en trineo es uno de los atractivos del resort, sobre todo para los más chicos, que recrean un medio de transporte típico de los esquimales. Los caniles de los Alaskan Malamute son visitados permanentemente por los pibes. Los perros son de una docilidad fabulosa y buscan permanentemente la caricia del visitante. Después, puestos en la pista, muestran toda su fuerza, y recorren entre 10 y 15 minutos los 2 kilómetros de circuito.
Otra de las actividades es el paseo con raquetas, en un lugar donde la nieve sobra. Los paseos son trekkings cortos que sirven más que nada para disfrutar de la caminata sobre la nieve y para detenerse a observar la flora y la fauna del lugar. Allí se ven las lengas cubiertas de nieve y de sus barbas de viejo (un liquen que crece en la corteza), las distintas especies de árboles que los guías van señalando con esmero de anfitriones y, con suerte, algún pájaro carpintero trabajando o las huellas de algún zorro que pasó por el lugar.
La pileta térmica
Una piscina techada mantiene el agua termal que llega de las fumarolas del volcán Chillán Viejo, a 40 grados de temperatura. Hay que entrar de a poco, para adaptarse, y la sensación se vuelve alivio y placer. El agua, turbia por los minerales que la componen, deja sentir un ligero olor a azufre, típico de las termas.
Un pequeño túnel permite salir a una prolongación de esa piscina, pero al aire libre. Allí la cosa se vuelve onírica. El visitante puede nadar a cero grado de temperatura ambiente, con la nieve que le cae sobre la cabeza y que ha cubierto todo (árboles, bosque, suelo, montañas) a su alrededor, menos el lugar donde está nadando. ¿Frío? Para nada, si se está disfrutando del agua a 38 grados. La experiencia tiene su versión nocturna, con las luces encendidas y el agua burbujeando a chorros que salen desde el piso. Inolvidable.
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Actividades que combinan la destreza y el relax son los ingredientes del complejo, en el que la nieve es sólo uno de los atractivos.
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