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 sábado, 01 de julio de 2006  
Las áreas protegidas de la selva amazónica sólo existen en teoría
Ambientalistas advierten sobre actos de depredación de grandes hacendados y ocupantes de tierras

Michael Astor

Izidio Orlando de Brito solía caminar por horas a través de la selva cargando sus cultivos de yuca, frijoles, maíz y arroz rumbo al mercado mientras pensaba cuán fácil sería su vida si existiera una carretera al pueblo. La carretera llegó y con ella las malas noticias. Los terrenos del pueblo que Brito y sus vecinos consideraban propios, en realidad estaban dentro del Parque Nacional Amazonia y el gobierno brasileño no los quería en él.

Pero, ¿a dónde ir? Ese era el hogar de Brito, una remota región del Amazonas que, aunque oficialmente está fuera de los límites, en realidad sólo es una zona selvática apenas registrada de forma imprecisa en los mapas y vigilada por un puñado de policías.

"Vinimos aquí porque no teníamos dónde ir", dijo Brito, quien agregó, en las afueras de su casa: "Nadie dijo nada sobre un parque nacional. Sólo recién cuando llegó la carretera nos lo dijeron". El lugar es apenas un claro en medio de la selva, a unos 1.550 kilómetros al noroeste de Río de Janeiro.

Oficialmente, cerca de 288.000 kilómetros cuadrados -o cerca del 10 por ciento de la selva amazónica brasileña- están bajo algún tipo de protección ambiental, como parques y reservas.

El gobierno afirma que busca aumentar en 134.400 kilómetros cuadrados las zonas protegidas a lo largo de los próximos tres años, pero la verdad es que gran parte de esas áreas protegidas sólo existen en papel.

Cuando recientemente el gobierno se dispuso a trazar un mapa del Amazonas, cientos de colonizadores pobres lo impidieron al invadir la oficina del Instituto Brasileño de Medio Ambiente y Recursos Naturales Renovables (Ibama), la agencia ambiental oficial, en Itaituba, el poblado más cercano a la zona en disputa.

Tras el asesinato en 2005 de la monja estadounidense Dorothy Stang, defensora del Amazonas, el presidente Luiz Inacio Lula da Silva añadió otros 31.840 kilómetros cuadrados del selva a las zonas bajo protección federal. Hasta ahora el Ibama sólo ha designado unos pocos administradores y no ha delimitado las fronteras de esos parques.

El hecho que hayan pasado 13 años desde que la carretera llegó al poblado de Brito y que aún estén allí los colonizadores es una muestra de la lentitud de la acción gubernamental. Trazar los mapas es mejor que nada, pero está lejos de ser lo ideal, dijeron ambientalistas.

Sólo declarar protegida una zona puede alejar a los madereros, pero también puede servir para que esa misma zona se convierta en un paraíso para agricultores, expulsados de terrenos privados, con frecuencia a punta de pistola.

"El Ibama no puede matar gente. Los hacendados sí y lo hacen", aseguró Poliana Francis, gerente del Ibama para el Parque Nacional Amazonia, donde vive Brito.

No hay cifras oficiales de colonizadores, pero en una visita al este del Amazonas indicó que podría ser de miles el número de familias que viven ilegalmente en los distintos parques.

Se cree que 300 familias viven en el parque Amazonia, dijo Elza Lilia Gómes, consultora del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud) y que trabaja en el parque. "La familia promedio de colonizadores sólo corta cerca de cinco hectáreas (de selva). Pero cinco hectáreas por 300 familias suma", observó.

La pregunta es "¿los reubicamos -para lo que no tenemos dinero- o redefinimos los límites de los parques para dejar fuera las comunidades?", dijo Gómes y agregó: "El problema de redefinir los límites es que deja grandes grupos, que sólo crecerían hasta alcanzar en el futuro los nuevos extremos del parque".

Wirland Freire, ex alcalde de Itaituba, usó el camino a San Manuel para talar ilegalmente cerca de 1.700 acres de bosque virgen hasta que fue capturado y multado.

En 2004, el maderero y hacendado Walmir Climaco recibió una multa de 1,1 millón de reales (531.000 dólares) por cortar 1.940 acres de un parque.

De acuerdo con el grupo ambientalista Vitoria Amazónica, Brasil tiene un guardabosque por cada 1.040 kilómetros cuadrados en sus 278 zonas protegidas, número que cae aún más en el Amazonas, que muchos guardias evitan debido a lo aislado y remoto de la región así como por las amenazas de los madereros. (AP)
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Cada familia tala cinco hectáreas de selva, medida que se multiplica con los madereros.

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