Francia: Turismo vitivinícola

Guiññaume Puzo

Francia, famosa por su vitivinicultura a través del tiempo y por la diversidad de sus regiones productivas, posee pueblos espléndidos en el mismo camino sobre el que se encuentran sus viñedos. Cada cultivo tiene una particularidad que lo distingue.

En Burdeos, la notoriedad y el prestigio de los vinos finos del Médoc y de Graves contribuyen en gran manera a la buena imagen de la región. Sin embargo, no sólo los pueblos como Pauillac, Margaux, Pesca o Sauternes atraen a los turistas. Los castillos en las cercanías de los poblados están abiertos para recrear desde el interior los estilos constructivos y de diseño que imperaban en los siglos XVII, XVIII o XIX, cuando fueron construidos. Al cruzar el Dordogne para llegar a su orilla derecha, no hay que olvidar el pueblo de Saint Emilion, rescatado como Patrimonio Mundial de la Unesco.

En el Valle del Loira, los viñedos disgregan las callejuelas sinuosas y escarpadas del municipio de Vouvray. Los castillos de Chambord, Blois, Chenonceau, Azay-le-Rideau evocan el glorioso pasado cultural y vitivinícola de la región, cuando Francisco I estableció allí su corte en la época del Renacimiento. Todos esos núcleos anteriores a la formación de la nación francesa también fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por el organismo internacional.

Más al este, en el centro de Francia, en Sancerre, el encanto de la ciudad antigua compite en seducción con algunos vinos de Chavignol acompañados con los famosos crottins, un suave queso de cabra elaborado con leche entera.

Gran zona vitivinícola, famosa por sus extensas tierras, Borgoña es una región en constante desarrollo. La modernización de los equipamientos de las explotaciones vitivinícolas ha provocado un deterioro en la arquitectura tradicional de la zona. Sin embargo, algunos municipios supieron preservar sus características típicas, como por ejemplo Volnay, antiguo pueblo con casas seculares; o Aloxe-Corton, comunidad con casas famosas por sus inmensos techos de pizarra colorada. Los famosos hospicios de Beaune, con su plaza y murallas fortificadas pueden complementar el recorrido básico de la arquitectura antigua de la región.

Vézelay, lugar imperdible de la arquitectura religiosa, forma parte del camino de Santiago de Compostela.

Más al norte, en la zona del Yonne, se encuentra el pueblo de Irancy, donde se respira un aire de tranquilidad que surge de su particular ubicación, unas lomas plagadas de viñas que forman un cauce de protección alrededor.