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| sábado,
01 de
octubre de
2005 |
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Charlas en el
Café
del Bajo
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-Antes de hablar de la polémica que desató el tema del aborto y reproducir unas palabras de Marita, pido encarecidamente a algún diputado o senador nacional santafesino o a algún funcionario del gobierno nacional que en vez de hablar tanto haga algo por la población y pongan punto final, mediante una ley o aplicación de las existentes en el marco de los derechos de los consumidores, a la impunidad de la que gozan las empresas prestatarias del servicio de telefonía celular. Todos los días y en todos los medios se reciben quejas y más quejas por las abultadas tarifas y el pésimo servicio, y es hora de que alguien se ocupe del caso. Lea la carta de Marita sobre el aborto y el lavado de manos de algunos candidatos.
-"Comenzamos con una coincidencia. Sobre la no respuesta, la indiferencia y la falta de compromiso de los candidatos varones a diputados nacionales no puedo más que concordar con lo señalado en esta mesa. Sólo agregaría que los que nacieron para grandes realidades rechazan con hastío las apariencias huecas. Los ciudadanos y ciudadanas tomamos debida nota. Con respecto a los jóvenes rosarinos que quieren hacer una serie de preguntas a la comunidad en general con relación al aborto, desearía sugerirles que no hace falta detallar agregando imágenes dramáticas a una situación y decisión personal que en sí ya es muy difícil abordar para cualquier mujer. Pero en todo caso deberían considerar la situación de la mujer pobre y agregarle en el item: En cuánto a los métodos de interrupción voluntaria de los embarazos no deseados la opción c) Tallos de perejil. El perejil, que todos y todas conocemos porque es una hierba aromática popular, presente en nuestras comidas diarias como condimento, representa la única y difícil opción a su alcance para muchas mujeres pobres cuando quieren interrumpir un embarazo no deseado. El secreto, trasmitido de abuelas a madres en horas de desesperación, consiste en un principio activo que contiene esa hierba y que favorece la inducción del aborto. Es necesario que estos jóvenes comprendan que las mujeres que mueren son las mujeres pobres: para ellas no hay coquetos y lucrativos consultorios privados adonde acudir pagando un aborto quirúrgico seguro; no hay un sistema público de salud que las oriente y las asista; no hay poderes del Estado que las escuchen; sólo están a su alcance los métodos sépticos primitivos disponibles, que conllevan riesgos severos para la salud y hasta la muerte de miles de mujeres. Todos sabemos que el aborto existe. Negarlo es hipócrita. Y mantenerlo prohibido, penalizado y clandestino equivale a encogerse de hombros y dar la espalda a miles de mujeres que, no obstante, siguen abortando en las peores condiciones".
-Aquí mi primera interrupción para dar a conocer mi pensamiento que no debe ser tomado como defensa de los jóvenes ni como retruque a Marita. Sólo es mi posición: en primer lugar, cuando se trata del exterminio de la vida no pueden ser sustentables los distingos entre gente pobre y gente rica; no es válido ni el perejil de los indigentes desesperados, ni el coqueto quirófano de las frívolas damas ricas. No hay ninguna duda de que el aborto existe y que negarlo es hipócrita. Tampoco hay duda de que las mujeres pobres acuden al tallo del vegetal o a las agujas o a las manos del algún insensato y que las ricas pagan para ser atendidas en centros de salud para gente de estirpe. Pero me permito sostener que la aceptación de las cosas reprochables por el establecimiento de la costumbre ha llevado a esta humanidad posmoderna, rica en lo tecnológico y científico, a ser pobre en lo moral y, en consecuencia, a deshonrar la dignidad humana. Si se considera válida la línea de pensamiento que si existe debe ser institucionalizado corremos como seres humanos muchos riesgos, a saber y por ejemplo: que se despenalice el homicidio, porque a pesar de las leyes y castigos sigue existiendo; que cese el castigo para los violadores porque no obstante los castigos insisten, que se acepte la pobreza, porque impera aun cuando no cesan las justas luchas reivindicativas; etcétera. Lo que quiero decir, en suma, es que la realidad no es por sí misma razón suficiente y valedera para ser aceptada. Mañana seguimos con la carta de Marita, pero me despido hoy con una reflexión después de dejar planteada esta pregunta: ¿La interrupción de una vida es algo bueno o malo? Si la respuesta es "malo" pienso que debe privilegiarse campañas de educación y soluciones alternativas a la interrupción de la vida no deseada.
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