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 miércoles, 21 de septiembre de 2005  
El peligro de convertirse en Río de Janeiro

Angel Fernando Girardi (*)

Los tres principales candidatos a concejal para las próximas elecciones (Horacio Ghirardi, Osvaldo Miatello y Carlos Comi) tienen una clara visión sociológica de la realidad rosarina y destacan de modo preciso los aciertos y las carencias de las gestiones municipales desde el advenimiento de la democracia.

Tenemos entonces cumplida la primera de las premisas de este artículo (las cuatro "c"), esto es: "coincidir". Hay consenso sobre qué se ha hecho, cómo se ha hecho y acerca de qué se debe hacer para mejorar la calidad de vida de todos los rosarinos, sin exclusión alguna: no pueden existir ciudadanos de segunda.

A partir de este punto, deviene necesario entonces "crecer". Para tal fin, Rosario debe insertarse en un centro de vanguardia, esto es convertirse en un sitio donde se generen las tomas de decisiones, y para ello es sustancial el fortalecimiento de sus instituciones. El logro de su autonomía municipal deviene entonces fundamental para alcanzar dicha meta.

Es por todos aceptado que si bien el crecimiento de nuestra ciudad ha sido muy importante en casi todos los ámbitos, el mismo se ha visto acotado -como siempre ha acontecido históricamente- por su dependencia administrativa de la capital provincial. La apuesta por la autonomía municipal no tiene su base entonces en una mera dicotomía folklórica, como lo sería el viejo antagonismo con los santafesinos por el solo hecho de que ellos manejan los recursos económicos de modo desigual. Todo lo contrario, es precisamente una imposición de la realidad actual de nuestra ciudad, la cual tiene entre otros desafíos importantes para su presente y futuro el de su integración social.

Si aceptáramos seguir con el esquema actual, estaríamos condenando de antemano al fracaso cualquier idea que tienda a revertir el estado actual de desigualdad social. La fragmentación es evidente: tenemos zonas y barrios y, por lógica consecuencia, a sus habitantes, con status quo muy diferenciados. Este tipo de problemática ciudadana sólo puede ser solucionado in situ mediante una acción directa de las instituciones democráticas competentes.

Claro está, si las mismas están en Santa Fe, o sólo de modo transitorio en nuestro medio, las respuestas no siempre llegarán a tiempo o en la medida de lo necesario. De no actuar con urgencia ante tal problemática, las diferencias por ella generadas se irán polarizando cada vez más, por lo que no faltará mucho tiempo para que Rosario se convierta en una Río de Janeiro con sólo dos tipos de clases: una privilegiada y otra desesperada. Ello no es en absoluto a lo que aspiramos los ciudadanos de esta ciudad; muy por el contrario, es una barbaridad que no lo podamos resolver a tiempo desde el debate y la posterior acción de una democracia representativa como la que poseemos actualmente.

Continuando entonces con nuestro ideario, la meta siguiente es la de "crear" las bases necesarias para consolidar el despegue de nuestra ciudad. Entre ellas, una de la mayor importancia es el presupuesto municipal de una Rosario autónoma, el cual deberá contemplar de un modo preferencial la problemática educativa, la salud, la seguridad y el transporte. Es una verdad de Perogrullo, pero bueno es reiterarla: si no hay progresos mediante la educación y la atención de la salud de las clases más necesitadas, es muy difícil obtener mínimamente la seguridad personal tan ansiada por toda nuestra sociedad.

Merced a apostar un importante porcentual del presupuesto a la educación, países como Corea, Finlandia, Escocia y Japón se constituyeron en naciones de vanguardia. Sostiene Jorge Werthein que "la educación no es jamás derroche de dinero. Al ser la abolición de la ignorancia da frutos, pero éstos no se verán en la zafra del próximo otoño, sino a lo largo de mucho tiempo, abriendo los caminos para que los países salgan de la pobreza y de la periferia".

Los rosarinos por naturaleza y aquellos que lo somos por adopción "creemos" en un futuro mejor para nuestra ciudad, la cual ha recibido con los brazos abiertos a cuanto "hombre de buena voluntad" ha acudido a ella con miras a echar las raíces en su tierra. Afortunadamente, a diferencia de lo que sucede en otros ámbitos de nuestra Nación, nosotros, tal como aconteció en la última elección, creemos todavía en nuestros políticos y dirigentes, por cuanto tenemos a la vista los frutos generados por la gestión honrada, mancomunada y esforzada de todos ellos.

Por todos estos motivos, este es un momento que no debemos dejar pasar por alto: con la autonomía municipal estamos frente a un claro desafío fundacional (artículo 123 de la Constitución nacional) al cual hemos arribado merced a una consistente maduración política y social. Este hito se impone como una necesidad indelegable de dar respuestas a una problemática local que excede ampliamente la posibilidad de ser atendida mediante la actual conformación administrativa. Por ello, no podemos dejar de tener presente el mal antecedente de cómo se delegó la educación nacional en manos de las provincias, sin el suficiente financiamiento y con las consecuencias no deseadas que todos conocemos.

Postulamos entonces avanzar decididamente en sentido contrario, esto es, en el de lograr la autonomía integral de nuestro municipio, la cual se debe constituir sobre la base de poseer el poder pleno de decisión en lo político, administrativo y financiero.

Los rosarinos tenemos bien en claro que, al "coincidir" sobre nuestra realidad, podremos entonces "crear" escenarios para atender a las problemáticas de la misma, y "crecer" así a partir de las instituciones fortalecidas por la necesaria autonomía municipal y por la "creencia" en que, junto a nuestros dirigentes, podremos apostar con toda certeza a un futuro mejor cimentado en el paradigma de la solidaridad, armonización y colaboración ciudadana.

(*) Doctor en derecho y ciencias sociales
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