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 domingo, 07 de agosto de 2005  
candi
Charlas en el Café del Bajo
-Antes de referirnos a un tema polémico, como el de la Eutanasia, deseo hacer un breve prólogo de lo que seguramente será motivo de una charla mañana o en los próximos días: el gobernador Obeid está destinando muchos recursos a la ciudad de Rosario sin que esto implique descuidar las necesidades de otras regiones santafesinas. Creo, mi amigo, que esto hay que destacarlo y destacar, además, que en rigor de verdad este es un perfil que caracterizó siempre al gobernador, incluso durante su anterior gestión. Como siempre hemos bregado para que se difundan estas cosas no podemos dejar pasar la oportunidad para adelantar esta opinión.

-¿Por qué el tema de la eutanasia?

-Por casualidad llegaron hasta mis manos dos publicaciones del Círculo Médico de Rosario en donde dos profesionales destacados de nuestra ciudad, los doctores Pineda y Alonso, exponen sus puntos de vistas contrapuestos sobre el tema a partir de dos filmes recientes y conocidos: "Mar adentro" y "Million dólar baby". Luego de leer las dos posturas, y sin pretender abrir juicio sobre una u otra, me pregunté ¿Qué opino yo, un creyente, sobre la eutanasia? Enseguida me di cuenta, Inocencio, que en realidad podría escribir todo un tratado sobre el tema y no llegar a ninguna conclusión satisfactoria, así que no espere esta vez corolarios de mi parte. Pero tras mi pregunta vino mi primera respuesta. En realidad no es procedente hablar de la eutanasia (una cuestión abstracta) sin hablar del sujeto de la eutanasia (el ser humano). Podemos estar o no de acuerdo con la aplicación de métodos que aceleren la muerte de un paciente desahuciado, pero me parece a mí que esta postura es en sí misma indeterminante, irrelevante y perece necesariamente cuando la idea se hace carne, es decir cuando la abstracción deja de ser tal y se está ante el caso concreto del ser humano que sufre y clama un desenlace rápido para su agonía o cuando los familiares piden el raudo término del dolor que, entiéndase bien, no se trata del dolor físico que puede ser calmado, sino el dolor desesperante de la estructura mental que no puede ser morigerado.

-Lo sigo con atención.

-Cada ser humano es un cosmos único e irrepetible que se conforma de sus circunstancias que, también, son únicas e irrepetibles. De manera tal que pretender circunscribir en una fórmula genérica -sea esta de carácter ético, religioso o filosófico- la cuestión de la eutanasia es, en mi opinión, reducirla excesivamente, caer en terrenos frágiles. Desde un punto de vista religioso y especialmente cristiano, el principio de que Dios es el que da la vida y a quien le toca tomarla es válido, sin dudas, para la cuestión de la eutanasia en sí misma. ¿Qué quiero decir? Que como regla general puede y debe ser considerada, pero la regla general no puede ser taxativa y aplicada como parámetro particular.

-Con ese criterio, también podría decirse lo mismo del aborto.

-De ningún modo, estamos ante situaciones distintas: en el caso del aborto estamos frente a la vida, en el caso de la eutanasia estamos frente a la muerte. Otra cuestión que debe considerarse, además, si se trata la cuestión desde un punto de vista religioso es la del dolor, y la pregunta es: ¿El dolor forma parte del plan de Dios? Esto ya lo he manifestado varias veces y lo haré una vez más: creo firmemente que Dios no desea ni quiere el dolor para su criatura, es más: sostengo que Dios debe estar bastante compungido por el dolor que el propio hombre causa a sus hermanos. A mí me parece, en este aspecto, que hay una "plusvalía del dolor" porque si bien es cierto que hay un dolor que puede ser calificado como "natural" (aunque se forma en la propia incomprensión del ser humano del plan divino) no es menos cierto que lo que llamamos "dolor natural" está exacerbado por la acción del propio hombre. Es más, en su infinito amor Dios ha hecho que tal pena sirva para la sublimidad espiritual. Por lo demás, la contrariedad divina que se produce cuando la primer pareja come del árbol del bien y del mal y el peso que carga sobre la humanidad en consecuencia, cesa en primer lugar cuando Dios elige a Noé y a sus hijos para salvar su creación y tal cesación de enojo divino queda refrendada luego cuando envía al Ungido. Dios, pues, no desea para el ser humano ningún dolor porque, a la luz de la propia tesis cristiana, toda la pena la cargó sobre el crucificado. Vamos a seguir con este tema, sin querer, lo aclaro, polemizar ni denostar ninguna postura. Hasta mañana.

Candi II

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