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 domingo, 12 de diciembre de 2004  
El Indio de Tablada
¿Te acordás, hermano?... de Roberto Roque Morales
El ex half izquierdo de Córdoba es un referente de Tablada, que trabajó de calderista en Obras Públicas y en la mítica Biblioteca Vigil

Miguel Pisano / La Capital

"Tuve la suerte de que cuando me fui a probar a Córdoba de delantero, terminó la práctica y estaba Gabino Sosa y me dijo: "Bien, pibe, eh". Entonces mis compañeros me preguntaron si sabía quién era ese y yo no tenía ni idea. Recién ahí me enteré de quién era Gabino", recuerda el Indio Morales su comienzo, tocado por la varita mágica del legendario poeta de la redonda.

Roberto Roque Morales nació el 24 de enero del 29 en Sarmiento entre Rueda y Virasoro, pero vivió casi toda su infancia en Mitre y bulevar Segui, así, sin acento, como aún le dicen los vecinos de antaño. Allí el Indio comenzó a darle a la redonda en el viejo Club Argentino, que estaba en bulevar Seguí entre Mitre y Entre Ríos, donde hasta tuvo una pequeña cancha de unos 30 metros, en la década del 40: "Me acuerdo patente porque de ahí salieron grandes jugadores como Hoober, que jugó en Central y en la selección uruguaya; Bonel, un fulbá de Córdoba; Oviedo, un centrofóbal de Córdoba que era un crack, y el Coloradito Moya. Jugábamos todo el día en la calle, algo que no veo ahora. De lo único que me tenía que cuidar era de mi viejo cuando preguntaba dónde andaba".

Hijo de María Bergamasco, una italiana que bajó del barco a los 20 años, y de Justo Morales, que era empleado administrativo de la estación Triángulo del ferrocarril, que le dio su nombre al barrio, al Indio lo mandaron a estudiar inglés, en épocas en las que los pibes atorranteaban todo el día en la calle detrás de la redonda.

A los 14 años se le murió el viejo, que paraba la olla, y como el Indio era el más chico pasó de la Escuela "Pedro N. Arias", de Garay entre Laprida y Buenos Aires, a la legendaria del Ministerio de Obras Públicas, donde comenzó a aprender un oficio para ganarse un manguito: "Yo era el más chico y mis hermanos aportaban, pero no daba como para que me dieran una chirola. Decí que tuve la suerte de entrar en el Ministerio, en la sección calderería. En otra sección estaba el Haroldo Larrosa, en otra Indalecio López. El Ministerio era una familia. Lo de Indio salió del Ministerio de Obras Públicas, que era más una escuela de fútbol que otra cosa y donde teníamos un cuadrito, por el Indio Ramón Sosa, que era boxeador, y porque yo elegí ir a jugar a Central Córdoba cuando me llevó un muchacho del barrio, en vez de ir a Newell's, adonde me quería llevar otro. Eramos pibes y pasábamos al taller donde era lindo por la amistad y la cantidad de jugadores que estaban a punto de agarrar una primera".

Y del legendario Ministerio, los amigos del barrio lo fueron a buscar para trabajar en la recordada Biblioteca Vigil, que se erigiría en uno de los emprendimientos de educación popular más importantes de América Latina: "Tuve la suerte de que mis amigos Duri, Pedrido y toda una barra del Ministerio me vinieron a buscar para trabajar en la Vigil. Trabajar allí fue lo más importante de mi vida".

Morales jugó en Córdoba en la quinta, cuarta, cuarta especial y primera local hasta que debutó en la primera a los 18 años: "Un día me preguntaron si quería jugar y empecé. Yo era delantero, pero los que llegaban eran cada vez más grandotes y a mí me levantaban como loco. Me ponían de wing, pero no me gustaba. Hasta que en un partido me pusieron de half derecho, donde ya me la rebuscaba en algunos partidos del barrio. Habré jugado dos partidos en la primera local y me ofrecieron jugar de half izquierdo en la primera. Habiendo sido delantero, jugar por izquierda era una papa, junto a dos roperos como Aresi y Molinari".

El Indio llegó a la primera de Córdoba cuando todavía trabajaba en calderería del Ministerio, de donde lo pasaron a contaduría por miedo a que se accidentara, y al año siguiente a la Vigil, donde después jugó para el equipo de la Biblioteca, en la Comercial: "Ya había dejado el fútbol profesional y jugaba en el campo. Después la Biblioteca se agrandó, empezamos a hacer el edificio y había que trabajar en la zona de Buenos Aires hacia el sur, así que recorrí el país hasta Carmen de Patagones. Salíamos 20 ó 30 días y lo más lindo que me quedó fue la amistad".

"Trabajé en la Vigil hasta que la intervinieron. Cuando empezaron a meter en cana a mis amigos, me fui", resume el Indio Morales su postura de vida. Ojitos verde oscuros vivaces, cabello generoso y entrecano y la sonrisa ancha, el Indio se para en la puerta de su vieja casa de la calle Buenos Aires y se ríe con esos dientes perfectos, como si el tiempo se hubiera quedado a vivir en Tablada. l
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"Un día me preguntaron si quería jugar y empecé", resumió Morales sus inicios.

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