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 miércoles, 29 de septiembre de 2004

Defendiendo a la ecología

En la actualidad se registra una creciente demanda a nivel mundial de pieles ecológicas para sustituir las de animales salvajes. Las únicas pieles naturales ecológicas son las procedentes de criaderos controlados, como los de nutrias, chinchillas, zorros o visones. Pero las realmente ecológicas son las de conejo, porque además de ser doméstico se aprovecha su carne y su cuero queda como un subproducto alternativo, de bajo costo de producción y de buena rentabilidad.

La producción de pieles de conejo es ecológica porque además se aprovechan otras ventajas. Por ejemplo, el guano sirve como abono y la sangre para la obtención de suero; los animales no sufren el cautiverio por ser naturalmente un animal de cuevas; la producción de pieles no altera el equilibrio del medio ambiente, por el contrario un tapado de cuero de conejo sustituye a otro de piel salvaje que deja de venderse.

Respecto a los derechos del animal, el sistema de crianza requiere grandes jaulas e higiénicas para cuidar su piel y con una alimentación sana y balanceada. Criar animales y cultivar el suelo para vestirse y alimentarse son los cimientos de la civilización humana.

Vulgarmente se piensa que el conejo no puede producir pieles de valor peletero, pero la actual demanda para exportación demuestra lo contrario. Se trata de las denominadas pieles ecológicas top, con destino final hacia países asiáticos y Europa, existiendo por el momento sólo compradores potenciales extranjeros. En la Argentina no existe en el mercado interno demanda para estas pieles de conejos selectas debido a su elevado valor para el consumidor final.

Las pieles se almacenan despojadas de restos de carne y grasa, a la sombra y protegidas con un producto antipolillas. Deben ser remitidas a una curtiembre profesional y especializada antes de los dos meses luego del cuereado y el curtido ideal es al alumbre, similar al de pieles de chinchilla y nutria. Todo curtido casero es rechazado para las pieles de exportación.

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