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 miércoles, 22 de septiembre de 2004

La historia perdida

Como la historia de cuentos que nos contaban nuestros padres desde niños, hoy nos encontramos con una historia distinta, donde los políticos aumentan nuestros impuestos para darles más beneficios a los desocupados. Yo no los juzgo, porque he estado en la misma situación que ellos, aunque no tuve ese privilegio en su momento. Pero no hablo de mí sino de aquellos que cobran el Plan Jefas y Jefes de Hogar. La mayoría nunca trabajó en su vida y ahora gozan de la plata que se les da todos los meses y de la caja familiar (comida), sin hablar de que en los hospitales le dan los elementos necesario para la salud de sus hijos. ¡Ah! y no nos olvidemos de la garrafa social. No quiero que nadie se sienta ofendido, porque sabemos que ellos deben realizar tareas para mantener este plan que se les da por tener hijos menores. Sin embargo, si hablamos del área de salud, nos encontramos con profesionales que por tener más de 40 años no tienen trabajo, ya que en los hospitales públicos y privados no los toman por la edad. ¿Qué tiene más importancia, aquellos que nunca trabajaron? ¿O los que se mataron en la vida laburando para hoy no recibir nada? Entonces, en qué nos basamos en este país, donde un desocupado con estudio y que quiere progresar no tiene la oportunidad. ¿Acaso no somos todos iguales, no nos merecemos los mismos derechos? Como argentinos miramos mucho a los países del norte -EEUU, Europa-, pero no rescatamos la enseñanza principal que ellos a través de sus actos nos enseñan. Allá cada individuo vale por su capacidad, no discriminan a un profesional de más de 40 años y tampoco a un joven que no haya tenido la posibilidad de educarse. Para ese joven también hay posibilidades, por ejemplo lavando copas; y esa tarea digna le dará el salario que le permita vivir. ¿En qué camino se perdieron aquellas enseñanzas que de niños nos inculcaban a través de los cuentos: que todo el que se esforzaba lograba su recompensa?

Paola Andrea Herrera



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