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 domingo, 19 de septiembre de 2004

[Encuentros] El Festival Argentino de Teatro
Santa Fe, evento de representación
Doce obras de distintos registros escenicos y figuras del teatro nacional se dieron cita durante una semana en la capital de la provincia

Leonel Giacometto

Como sucede en casi todos los festivales, para el público (o al menos para gran parte de éste) importó más el evento en sí que la calidad de las obras. Sin embargo, en el Argentino de Teatro, el "evento de representación" organizado por la Dirección de Cultura de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), más allá de una que otra propuesta fallida, el denominador común fue, justamente, la calidad de las propuestas. Doce obras nacionales e internacionales de distintos registros escénicos y la presencia de varias figuras del llamado quehacer teatral fueron el eje de las representaciones en el Teatro Municipal 1º de Mayo, de la ciudad de Santa Fe. La respuesta del público fue masiva: más de 3000 espectadores y una, digamos, "curiosidad": la ausencia física de autoridades (tanto municipales como provinciales).

Con la premisa futura de instalar el evento dentro de la agenda de festivales nacionales, el Argentino de Teatro, en la noche del lunes 6, abrió "la representación" con una de las mejores propuestas escénicas del evento: "Pedir demasiado", con la dirección de Alicia Zanca, las actuaciones de Ingrid Pellicori y Horacio Peña (dupla teatral que llegó a Rosario hace unos años con la impresionante "Decadencia", de Steven Berkof, dirigida por Rubén Schumacher), y la dramaturgia de Griselda Gambaro (Buenos Aires, 1928) quien recibió, de manos del rector de la UNL, Mario Barletta, la distinción de "Huésped de honor".

Estrenada a comienzos de la temporada porteña en 2004, en la sala pequeña del Teatro Cervantes, "Pedir demasiado", con un lenguaje que marca distancia y al mismo tiempo genera una doble lectura, es una obra tan simple como compleja sobre una pareja en la que uno -ella- deja de amar y el otro -él-, defendiendo (o aferrándose a) la supremacía del vínculo, "pide demasiado". Obra íntima de Griselda Gambaro en la que el lenguaje, minuciosamente elaborado, se conjuga con la ductilidad actoral de Pellicori y Peña en un verdadero duelo de sensaciones y sentimientos sobre aquello que alguna vez fue una unidad y que sobre el final, el que no quería renunciar a la pérdida, en la soledad de un ámbito antes compartido sólo tiene para decir "que el edén... pertenece a la nada".

La propuesta rosarina fue "Hasta la exageración (o ir nada más que hasta el fondo)", obra ganadora de la XIX Fiesta Provincial del Teatro 2003, con las actuaciones de Bárbara Peters y Elisabet Cunsolo y la dirección de Romina Mazzadi Arro, una de las directoras más interesantes del espectro teatral rosarino.

La joyita del Argentino de Teatro fue "La Madonnita", obra escrita y dirigida por Mauricio Kartún. Poéticamente obscena, la obra gira o sobrevuela sobre la utópica intención (o el inocente afán) de los hombres (los varones) por retener el deseo, el objeto de deseo. A mediados de la década del 30 del siglo pasado, el fotógrafo de origen centroeuropeo Hertz (Roberto Castro) contrata a un tosco viajante, Basilio (Manuel Vicente), como modelo "de poses" para fotografiarlo "dentro del cuerpo" de la Madonnita (Verónica Piaggio) que es a la vez, Filomena, la mujer del primero y, según el mismo Hertz "acompañante de gringos, esclavos del trabajo, inmigrantes en una ciudad de hombres solos sin otra meta en su esfuerzo que la de echar raíces; sin tiempo para nada pero nada más. Ni el amor... Ni la carne... Apenas de vez en cuando para la nostalgia. Ahí debajo de sus velitas de parafina, en sus camas de un peso la noche, las fotos de mi Filomena son su módica panacea: su desnudez les anima la cama desierta, su cara de dolor les calienta el morbo. Y su indiferencia le da un inconfundible aire a esposa que los hace sentir como en su casa".

Kartún inventó, desde el papel y la escena, un universo que reúne casi todas las, digamos, ideas "argentinas del macho" sobre la mujer pero, como en casi todos los personajes masculinos de este dramaturgo, el varón es sólo una pose artificial, ampulosa y triste. "La Madonnita" es, quizás, la mejor obra de Kartún ya que plantea todos sus cuestionamientos anteriores dándoles una vuelta de tuerca gracias a la incorporación de la otra pasión kartuniana: las fotografías antiguas.

Si en las obras anteriores el varón sólo era tal cuando lo femenino observaba, en La Madonnita se deja entrever que existimos cuando nos mira un ojo tierno. La existencia pasa a ser tal sólo cuando nos mira el amor. Una reflexión sobre "el instante"; el instante mismo en que la mujer deja su cuerpo mortal y se transforma en objeto, en fotografía, en soporte de un deseo guardado en la retina del ojo enamorado, tosca pero verazmente, de Basilio; y en el ojo de Hertz, que dispara a través de su cámara para retener el "instante" y no sentir cómo sufre la carne la ausencia.

Envuelto en un clima circense, y después de enamorarse, morirse y desenterrarse sobre las polvorosas tablas de la Sala Mayor del Teatro Municipal 1º de Mayo, Lorenzo Quinteros cerró el Argentino de Teatro, en la noche del domingo 12, con estas palabras: "Ahora que estoy vivo, no me olvido de vivir. Ojalá ella, la vida, no se olvide de mí". Quizás estas últimas palabras de la obra "El resucitado", basada en el cuento "La mort d'Olivier Becaud", de Emile Zola y dirigida por Roberto Villanueva, sean un indicio, una señal de la intención de los organizadores del evento: mostrar. (De)Mostrar(se) que, representada o no, arriba o abajo de un reflector, la vida (cultural, social, en sí misma) se abre camino cuando quien la vive está dispuesto a vivirla.

Esa fue, pareciera y entre otras menos poéticas y más prácticas, la intención de la Dirección de Cultura de la UNL a la hora de darle cuerpo al Argentino de Teatro. Hacía rato que Santa Fe (la provincia) no organizaba un "evento de representación". Si bien Rafaela fue "La" Fiesta Nacional del Teatro, el Argentino de Teatro "representó" la muestra de capacidad intrínseca de una ciudad que, sobre y a pesar de todo, con muchos de sus habitantes todavía presos de pesadillas de ahogo y agua marrón, apuesta a convertirse, con el tiempo, en un referente, en un lugar donde la vida de cada persona sea algo más que un dato demográfico (o un voto). Ojalá este "evento de representación" sea contagioso sobre todo hacia el sur de la provincia.

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Bárbara Peters y Elisabeth Cunsolo, en "Hasta la exageración".

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