| domingo, 19 de septiembre de 2004 | Sociedad Abuelos de la posmoderniadad A partir de los años 80 se hizo habitual la expresión posmodernidad para referirse a una época, caracterizada por poner en crisis la ideas de la modernidad, es decir el pensamiento de los siglos XVI, XVII y XVIII. Las ideas de la Revolución Francesa: igualdad, libertad y fraternidad, la creencia de una sociedad libre de clases, entre otras, entran en crisis.
Llamamos posmodernidad a un movimiento que se fue configurando a partir de la década del 50. Generalmente se lo relaciona con la era posindustrial, con la automatización y el avance de la tecnología y las comunicaciones.
Se exalta el cuidado del cuerpo. Las dietas, la gimnasia, la cosmética y las cirugías plásticas dan cuenta de ello. El sujeto es un cuerpo con necesidades que deben satisfacerse inmediatamente, en consecuencia busca el confort, el consumo, el dinero y el poder: "Soy en tanto tengo". Todo se resuelve en el "trac-trac" de la tarjeta de crédito, a través de ella se puede acceder mágicamente a lo que se desea. Es lo que Gilles Lipovetski llama la "era del vacío": tener todo y, a la vez, no tener nada.
Si se piensa en las familias de hace unas décadas atrás, la diferencia entre las actuales y las de entonces es muy grande ya que las abuelas de aquella época: viejitas, canosas y sentadas en el sillón hamaca tejiendo mañanitas, han desaparecido. Hoy vemos abuelas y abuelos muy jóvenes, con muchos proyectos e, incluso, con ganas de seguir trabajando. Las crisis típicas de la tercera edad: viudez, depresión, divorcio, entre otras, están presentes, aunque miradas desde otra perspectiva.
Muchas veces están encargados del cuidado de sus nietos ya que la inserción de la mujer al mercado laboral o los problemas económicos hacen que sean requeridos.
Entonces aparece la dificultad de sentirse responsables de la educación de los niños, pero sin la posibilidad de intervención. Los valores que los abuelos sostuvieron durante muchos años, hoy son cuestionados por sus hijos o incluso por sus propios nietos, llevándolos a un replanteo permanente de sus convicciones. La televisión e Internet, entre otros, entran a los hogares diariamente, y muy pocas veces con criterio consensuado de antemano. La escena y el diálogo familiar son reemplazados por la escena y el diálogo televisivos.
Ser abuelo en la posmodernidad parecería una tarea insalubre, pero sería interesante plantear la función neutral que posee. Si bien deben preocuparse por la salud y la educación de sus nietos, no son responsables de ello. Gran parte de su rol es divertirse junto a sus nietos, estar con ellos para formar una estable y duradera relación, amarlos tal cual son y no por lo que piensa que ellos deberían ser. Y si bien es importante entrar en su mundo lo más enteramente posible, es también importante mantenerse en su lugar: los nietos necesitan la experiencia y los valores de sus abuelos, aunque sin tatuajes ni piercings. La historia de vida del abuelo, con su amplio currículum, le aportará seguridad y bienestar porque pueden ofrecerles un lugar seguro donde refugiarse dentro de su mundo.
Ser abuelos hoy es un gran desafío: la posibilidad de ayudar a los nietos sin la presión que se tenía con los hijos, con mayor libertad pero enmarcada en la sabiduría que tienen nuestros mayores.
Carina Cabo de Donnet
Cientista de la educación y profesora en filosofía, psicología y pedagogía
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