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 miércoles, 25 de agosto de 2004

Sonidos estimuladores
Ejercitar el oído dinamiza el cerebro. Lo recomiendan para la tercera edad

"Los sonidos armónicos producen resultados sorprendentes a cualquier edad, incluso cuando la audición no está presente", afirmó la profesora de música Ana Rodríguez Acedo, en el marco de las primeras jornadas de geronto-geriatría realizadas recientemente en la ciudad. Basándose en las enseñanzas del otorrinolaringólogo francés Alfred Tomatis, la especialista explicó a La Capital la importancia de la audición en la estimulación cerebral. Así como recomienda a las personas de la tercera edad realizar ejercicios físicos para mantenerse saludables, Rodríguez Acedo subrayó la importancia de ejercitar el cerebro, el oído y la memoria.

Tomatis estudió las relaciones psiconeurológicas entre el oído, el lenguaje y la comunicación y demostró que cuando se estimulan las habilidades para escuchar, se siente un mayor interés por la lectura, el aprendizaje y las actividades creativas. Al respecto, Rodríguez Acedo explicó que esto sucede porque "los sonidos agudos recargan de energía la corteza cerebral".

El oído humano aporta más del 90% de la energía necesaria para mantenerse en estado de vigilia. Para que esto suceda es necesario estimularlo a través del sonido, la música y el movimiento.

Los sonidos penetran por el cuerpo y ordenan el movimiento muscular y la mente. La parte interna del oído controla los movimientos musculares a través del trabajo sinérgico del martillo y el estribo, dos huesecillos.

El ritmo y la melodía logran la armonía, dando lugar a una sensación de serenidad tanto física como psíquica. "Esto sucede cuando escuchamos un fragmento de música, especialmente aquellas melodías que datan desde finales del Renacimiento hasta el Romanticismo, desde Bach hasta Mozart", señaló.

Estos efectos son más contundentes cuando los sonidos son emitidos por instrumentos de cuerda, entre los que se destaca el violín. "Por su gran producción de sonidos agudos recarga el sistema neuronal, nos hacen sentir con más energía, mientras que los graves nos aquietan", aclaró.

Tanto la música clásica como la étnica o la celta son más beneficiosas porque cuentan con un ritmo de 40 a 60 pulsaciones por minuto. "Ese es el ritmo de las olas en un mar calmo y del corazón en estado tranquilo. Cuando la música respeta el ritmo natural, respeta la vida y hace bien", destacó la especialista.


Cómo oyen los sordos
La música también produce efectos poderosos en personas con lesiones cerebrales y sordos. "Es importante saber que a través de la vía ósea y de la piel el sonido entra en el cuerpo. El sordo puede escuchar aunque de manera diferente", argumentó. "Si un sordo pone las manos sobre el grabador o el equipo de música, puede escuchar, no exactamente lo que nosotros oímos, pero sí las vibraciones, que es lo que penetra por los huesos. Para demostrar esto podemos colocar una tarima de madera sobre parlantes. Sobre ella parar a personas sordas quienes lentamente comenzarán a reconocer distintos ritmos, incluso hasta pueden bailar".

Rodríguez Acedo recomendó a las instituciones geriátricas colocar música funcional, suave, casi imperceptible, cuando se realizan las actividades grupales, así como en los dormitorios, para dormir mejor. El cuerpo se relaja y deja de lado pensamientos abrumadores porque la mente está respondiendo a un sonido armónico.

Los mismos efectos se producen en personas enfermas o desconectadas de la realidad. Al respecto Rodríguez Acedo relató una experiencia realizada por la doctora Linda Rogers, quien a un gato anestesiado al que estaban operando, le hizo escuchar la grabación suave de un ladrido de perro. Esto provocó que el gato se alterara. Luego de esta experiencia se arribó a la conclusión que los cirujanos nunca deben hablar durante las intervenciones porque el oído no se adormece, no descansa jamás. "Cuando alguien está en coma hay que hablarle porque además puede reconocer la voz", explicó la especialista.

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"Los sonidos agudos nos hacen sentir con más alegría".

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