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 domingo, 06 de junio de 2004

Escándalo en Coronda. Una tramoya puso en la calle a un interno rosarino de 23 años detenido por delitos violentos
Un preso se fugó aprovechando la excarcelación de otro
El que debía irse era su compañero de celda. Pero se ignora cómo tomó su lugar y sorteó tres puestos deidentificación. Los empleados de esos controles están sumariados. Las autoridades juzgan muy grave el hecho

Ariel Etcheverry / La Capital

Un interno rosarino de la cárcel de Coronda, que estaba procesado por robo calificado, escapó la semana pasada con una tramoya que sería la inspiración de cualquier director o guionista de cine. El convicto tomó el lugar de su compañero de celda, que debía salir en libertad por cumplimiento de condena, y así de simple lo dejaron salir. Antes de cruzar el enorme portón de rejas de la Unidad de Detención Nº 1, Claudio Góngora, el prófugo, "burló" tres instancias de control, donde inexplicablemente no se chequeó su identidad ni tampoco fue reconocido. Seis horas después, Claudio Acosta, el preso que realmente había saldado su deuda con la sociedad, también abandonó el penal corondino.

El caso desató una tormenta dentro del Servicio Penitenciario de la provincia (SP), cuyas autoridades abrieron sumarios administrativos a los guardiacárceles responsables de cada uno de los sectores por donde debió pasar Góngora. También ya existe una investigación penal a cargo de un juez de instrucción de la capital provincial.

Góngora es un rosarino de 23 años al que se le adjudican delitos violentos y que está procesado por robo a mano armada (ver aparte). La increíble historia que protagonizó hizo que el director del SP, Fernando Rosúa, iniciara una investigación para establecer responsabilidades y ordenar las sanciones de rigor. "Fue un hecho muy grave donde tres puestos de control fueron burlados. Lo que pasó fue que estaba ordenada la libertad de uno de los internos y se la dieron a su compañero de celda. Los confundieron o hubo una negligencia muy grande. Así que no hay justificativos, por eso vamos a investigar a fondo", remarcó a La Capital al confirmar lo sucedido.

Todo ocurrió el jueves a la mañana. En una de las celdas del pabellón número9 convivían Góngora y Acosta. Allí están alojados 98 internos, distribuidos en 48 calabozos. Góngora, según comentó Rosúa, había llegado a Coronda en octubre del año pasado y estaba procesado por robo calificado. En cuanto a su compañero de celda es poco lo que se sabe. Según trascendió ayer era un preso "viejo" y ese día debía quedar en libertad luego de cumplir con la pena que le habían impuesto. De acuerdo a la explicación de Rosúa, ese día llegó la orden de liberar a Acosta y los encargados del sector donde estaba alojado, en lugar de colocarles las esposas a él para llevarlo a completar los trámites de rigor, lo hicieron con Góngora.


El tapón que no fue
El procedimiento por el cual el interno salió en libertad fue por demás de oscuro. Ex funcionarios del SP y el propio Rosúa reconocieron a este diario que existen controles en los pabellones y en la denominada oficina de Correccional, donde los mecanismos burocráticos, de observarse, hacen imposible que un preso transite sin que se le reconfirme su identidad antes de que ponga un pie fuera del penal. Por ahora, los funcionarios sancionados son el celador del pabellón 9, el jefe de la guardia interna (que es quien supervisa y posee los dos datos y los movimientos que hacen los detenidos), y el responsable de Correccional.

Cada pabellón cuenta con un celador que está permanentemente en contacto con los internos. Por ese motivo ayer dudaban de que el penitenciario a cargo del 9º no haya distinguido a Góngora de Acosta, sobre todo si se tiene en cuenta que el rosarino estaba en Coronda desde octubre pasado y que su compañero de reclusión era un preso con antigüedad. "El celador convive con los internos. Cubre turnos de 24 horas y son tres que se distribuyen los turnos. Es imposible que se confunda", comentó un ex funcionario del área. Para colmo, la huida de Góngora se descubrió seis horas después cuando el propio Acosta reclamó que se lo liberaran porque ya había llegado su excarcelación.

"La irregularidad saltó cuando Acosta pidió que se lo pusiera en libertad, en base a la orden de excarcelación que había llegado al penal. Así se supo que la persona que se había marchado seis horas antes no era él sino su compañero de celda", consignó Rosúa. A esa altura de los acontecimientos el paradero de Góngora ya era un misterio, mientras que Acosta fue dejado en libertad, ya que el trámite que lo beneficiaba era legal e inobjetable.

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Claudio Góngora, de 23 años, completó trámites y se fue. Debía irse Claudio Acosta.

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