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 domingo, 04 de abril de 2004

Cuenta la leyenda

Cuenta la leyenda que hace muchos años, habitaba el río Iguazú, una enorme y monstruosa serpiente cuyo nombre era Boi. Los indígenas guaraníes debían una vez por año sacrificar a una bella doncella y entregársela a Boi, arrojándola al río.

Para esta ceremonia se invitaba a todas las tribus guaraníes, aun a las que vivían más alejadas. Fue así que un año llegó al frente de su tribu un joven cacique cuyo nombre era Tarobá, quien al conocer a la bella doncella india que ese año estaba consagrada al sacrificio y cuyo nombre era Naipí, se reveló contra los ancianos de la tribu y en vano intentó convencerlos que no la sacrificaran.

Para salvarla sólo pensó en raptarla y la noche anterior al sacrificio cargó a Naipí en su canoa e intentó escapar por el río. Pero Boi que se había enterado se puso furiosa y su enojo fue tal que encorvando su lomo partió el curso del río formando las cataratas y atrapando a Tarobá y a Naipí.

A él lo transformó en los árboles que hoy podemos ver en la parte superior de las cataratas y a la cabellera de la bella Naipí en la caída de las mismas.

Luego se sumergió en la Garganta del Diablo, y desde ahí vigila que los amantes no vuelvan a unirse. Pero, sin embargo, en días de pleno sol, el arco iris supera el poder de Boi y los une.

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