Argentino se aleja en la punta

Elbio Evangeliste / La Capital

Fue el día de Argentino, no caben dudas. Porque el cabezazo de Sciretta a los 11' del segundo tiempo y el de Damiano 120 segundos más tarde le dieron al equipo de Pablo Marini la tranquilidad de dar vuelta el resultado ante un ordenado pero limitado Liniers. Allí seguramente esté la verdadera relevancia de este resultado en que, amén de las ganas, el funcionamiento del equipo de Pablo Marini dejó mucho que desear. Pero el hecho de que se haya tratado de un sábado redondo para los salaítos tiene que ver no sólo con esto, sino con que sus más inmediatos perseguidores hayan perdido (ver página 15), por lo que hoy la ventaja es mayor.

No hizo falta que pasara demasiado tiempo para darse cuenta de que Argentino no estaba en uno de sus mejores días. El equipo no encontraba la llave del partido y la gente se impacientaba del otro lado del alambrado. Por eso a Liniers se le hizo más fácil de lo esperado meter el baldazo de agua fría cuando Erbel dejó pagando a Damiano y Andrada en la misma maniobra y empujó al gol con total tranquilidad.

La pelota tenía que pasar por los que más saben, la defensa debía transmitir seguridad y los delanteros al menos aguantarla. Pero como nada de eso ocurría Liniers era el que sacaba rédito.

Recién sobre los 22' Argentino pisó el área rival con peligro. Villarreal la cruzó para Raschetti, quien de cabeza asistió a Vázquez, pero el goleador remató desviado. Fue la única jugada en la que el albo pudo haber festejado en la primera parte.

Para fortuna de Argentino, Muñoz -reemplazó a Amaya en el entretiempo- aportó algo más de movilidad en el ataque, aunque la falta de claridad seguía siendo la reina de la tarde. Vázquez lo tuvo solo a los 7', pero recién después de la arremetida de Sciretta tras el tiro libre de Faría y el cabezazo oportuno de Damiano apareció el desahogo y algunos espacios, nunca bien aprovechados por los salaítos.

Don goles revitalizadores, pero que sólo aportaron desde lo numérico, porque Argentino siguió cometiendo los mismo errores, con la salvedad de que como estaba arriba en el marcador se podía permitir ciertas licencias. Igualmente Liniers tuvo dos chances para llegar al empate y si no lo hizo fue porque el zapatazo de Sánchez se fue por poquito y porque el cabezazo de Fleitas fue muy bien resuelto por un atento Andrada.

Y los minutos terminaron consumiéndose en medio de una frágil puesta en escena de parte de Argentino. De allí que el festejo del final haya venido cargado con un alto grado de emotividad. Los jugadores con los brazos en alto y la gente retribuyendo y festejando los restantes resultados fue la última postal de una tarde que pintó complicada, pero que terminó envuelta en sonrisas. Se jugó mal pero se ganó, y encima se festejó por lo sucedido en otras canchas. Fue sin dudas el día de Argentino.

Martín Damiano acaba de mandar su cabezazo a la red para darle la victoria al salaíto.