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 sábado, 20 de marzo de 2004

Están en la EGB y desde hace 4 años piden libros para estudiar
Son chicos de la Escuela Santa Lucía. Se arreglan con fotocopias y textos que traen sus docentes

Marcela Isaías / La Capital

"A todos nos gusta leer. Pero no todos tenemos las mismas oportunidades", dice Maira, una adolescente que ronda los 15 años y es alumna del tercer ciclo de la EGB en la Escuela Nº 1.218 Santa Lucía de Rosario. Igual que ella, sus compañeros, docentes y directora reclaman desde hace cuatro años -cuando comenzó a funcionar la última etapa obligatoria de la escolaridad en su escuela- libros para estudiar y leer.

Hace exactamente una semana, hicieron público el reclamo en una carta de lectores publicada en este diario. "Este año se llevará a cabo un acontecimiento histórico: el III Congreso de la Lengua Española. Nosotros (escuela, directivos, profesores, alumnos, barrio, comunidad escolar), si bien alejados, también estamos dentro del plano de Rosario y, paradójicamente, tenemos un problema: no tenemos libros para trabajar", escribieron en esa oportunidad.

Para dictar clases se las arreglan "como pueden": fotocopias, carpetas prestadas, libros que aportan los profesores, pero todo muy medido y sin alcanzar para garantizar aprendizajes de calidad.

El grupo de alumnos que cursa el tercer ciclo EGB (7º, 8º y 9º años) está integrado por unos 80. La comunidad escolar valora enormemente contar con esta última etapa obligatoria, ya que es un paso más para acercar a los jóvenes al polimodal, aunque luego transitar por él implique más tarde un nuevo desafío. Esto es lo que resalta la directora de "la Santa Lucía" -tal como se llama a la escuela en el barrio que recibe su nombre-, María del Rosario Méndez.

María del Rosario alterna su trabajo de directora con el de supervisora de comedor, atención de los padres, revisión de planillas; en fin, todo lo que realiza cualquier docente de escuelas enclavadas en barrios donde las necesidades se hacen sentir a cada rato.

Llegar al lugar no es sencillo. La escuela está ubicada en Riobamba al 7500, cruzando la Circunvalación entre Pellegrini y 27 de Febrero. Además de alumnos del barrio Santa Lucía, recibe chicos de la villa La Palmera, un asentamiento de 300 familias.


Para aprender
La escuela atiende a unos 500 chicos que van desde el nivel inicial al 9º año de la EGB, es amplia, muy cuidada por la comunidad, pero con todas las carencias propias de una escuela de estas épocas. Por ejemplo, no tiene teléfono.

La importancia de contar con libros en el aula se explica por sí misma. Igual, la directora de la 1.218 resalta que para su escuela "la lectura conforma un lugar preponderante en el proyecto institucional". Según explica María del Rosario Méndez, "sin ejercicio de la lectura no se puede comprender lo que se lee, aprender nuevas materias, comprender un problema de matemática, y para eso hace falta material para leer".

Luego relata los recorridos infinitos de trámites y reclamos realizados en los últimos 5 años -fecha en que la escuela fue trasladada a ese barrio, ya que antes funcionaba por donde pasa la autopista a Córdoba- ante el Ministerio de Educación, "pero sin una respuesta exitosa". Mientras tanto, "porque a los chicos y a todos nos gusta leer, con la comunidad armamos una pequeña y muy humilde biblioteca, pero claro está que no alcanza".

Y es real. Para estudiar hacen falta libros. Sobre todo en una etapa en que la lectura ya no funciona sólo como un instrumento válido de entretenimiento, ni placentero, sino que tiene un fin utilitario: convertirse en el vehículo que acerca y permite apropiar a los chicos y jóvenes el conocimiento. Nada menos.

Fabiana y Claudio son profesores del tercer ciclo. En todo momento acompañan al grupo y resaltan las "ganas de aprender" que tienen sus alumnos, a la vez que se lamentan por "ya no saber qué hacer" para conseguir los libros.

Al pedido de los docentes se agregan los alumnos. El primero en hablar es Brian, quien no pide más que lo que necesitan: "Queremos libros". Luego Romina cuenta que para estudiar una clase de matemática pidió una carpeta prestada a una amiga que va a otra escuela.


Más comentarios
Estos chicos también tienen clases de historia, ciencia, inglés o lengua, como en cualquier otra escuela, pero sin textos y sólo con fotocopias -a veces- en su reemplazo. Aunque Leandro en pocas palabras sintetiza una idea sobre la que los especialistas en lengua han escrito decenas de publicaciones: "Las fotocopias no son lo mismo que los libros, son un papel sin color, que a veces se leen mal y donde ni siquiera vemos el índice". A su comentario Sergio agrega otro: "De los libros tomamos información para estudiar las materias".

Las explicaciones y comentarios que hacen alumnos, profesores y directora sobre por qué necesitan y reclaman libros para sus clases resultan increíbles porque están dichas en el aula de una escuela, nada menos. No es casual entonces que al final de la charla se reitere lo que debería ser una obviedad: "Necesitamos libros para estudiar".

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"A todos nos gusta leer", dicen los chicos.

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