| sábado, 20 de marzo de 2004 | Entregaron el premio a los jóvenes investigadores rosarinos Un estímulo para la nueva guardia de científicos locales La ingeniera agrónoma Jorgelina Ottado recibió la distinción de Arfic. Estudia resistencia a la cancrosis Son jóvenes pero son mucho más que una promesa. En medio de restricciones presupuestarias e inestabilidades varias, la nueva camada de investigadores rosarinos se las ingenia para tomar la posta de la producción científica en un país que supo de premios Nobel pero también de ministros que los mandaron a lavar los platos. Con la idea de premiar ese esfuerzo, la Asociación Rosarina para el Fomento de la Investigación Científica (Arfic) instituyó un premio de características particulares, porque distingue a los científicos jóvenes, por su trayectoria. En la primera edición el galardón fue para una profesional de la ingeniería agronómica, Jorgelina Ottado. Por la calidad de los participantes, el jurado otorgó además dos menciones, a los doctores Gustavo Schujman y Fernando Crocenzi.
Ottado se recibió de ingeniera agrónoma en el año 92, realizó un doctorado en la Facultad de Ciencias Bioquímicas y un postdoctorado en Trieste (Italia). En el 99 regresó al país y comenzó al carrera de investigador científico en el Conicet, con la categoría de investigadora adjunta. En el instituto de Biología Celular y Molecular de Rosario (IBR) estudia sobre los determinantes moleculares de la cancrosis de los cítricos, una enfermedad endémica que afecta la calidad de los frutos y que da lugar a fuertes restricciones paraarancelarias sobre las exportaciones de naranjas y limones argentinos.
"Lo que estudiamos junto a un equipo de investigadores en el IBR son las bases moleculares de la interacción entre la planta y la bacteria que produce la enfermedad, intentando encontrar un gen que esté involucrado, de modo que modificando la estructura génica de alguno de los dos organismos, nos permite controlar la enfermedad", explicó.
La búsqueda de resistencia contra la cancrosis se torna más difícil en la medida en que en la naturaleza no existen cultivares de cítricos resistentes, lo que obliga a buscar "qué opciones a nivel genético se pueden encontrar para hacer al menos más tolerantes" a estos frutos. El genoma de la bacteria que ataca a los cítricos, fue secuenciado en Brasil en el año 2002, lo cual brinda nuevas herramientas para trabajar sobre un problema complejo ya que, al no haber plantas resistentes, no se trata de localizar un gen que porte esa "protección" sino que "hay muchísimos genes involucrados en la respuesta y se necesita definir una estrategia para elegir".
La idea final es hacer transgénesis, encontrar algún gen ya sea de la planta cítrica o de otra planta, como el tabaco, algodón, tomate o pimiento, que habilite a pensar en transformar cítricos y ver cómo responden al a bacteria que produce la cancrosis.
Se trata de investigación básica, una actividad que no siempre está en la línea del financiamiento oficial o privado. Liliana Piccardi, directora de la cátedra de genética de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNR y directiva de Arfic, consideró que "muchas veces a la hora de los subsidios se privilegia la investigación aplicada, cuando en realidad hay una relación tan interna entre ambas que ya no se puede separar, es importante darse cuenta que la producción agropecuaria necesita cada vez más de la investigación básica".
Ottado coincidió, al señalar respecto de su línea de trabajo que "cuando la planta que uno logre obtener es mejor que la que está, ahí ya se pasó a la investigación aplicada, no es una frontera tan clara".
Equipo interdisciplinario Otro aspecto a destacar es la interdisciplinariedad. Proveniente de la ingeniería agronómica, la joven investigadora premiada trabaja en un equipo con científicos de distintas áreas, orientado a la bilogía molecular.
Piccardi, de Arfic, subrayó la interacción permanente que hay entre la Facultad de Agrarias y la de Bioquímica. "El conocimiento viene hoy de todas las áreas, de la agronomía, la biología, las matemáticas, la física", subrayó.
Para Ottado, el premio es más que un "reconocimiento muy importante" y "un sello a tantos años de tesis y esfuerzos". Es un aporte más a la continuidad del trabajo del equipo que integra. "Por el momento la situación del grupo es bastante cómoda pero nunca se sabe cómo será a tres años (el tiempo que dura habitualmente el financiamiento de los proyectos)", explicó, consciente de que las restricciones presupuestarias y la asignación de recursos a la investigación es una espada de Damocles para los científicos.
"Hay gente que quedó sin subsidios y tiene el trabajo parado, sería importante que se aprobaran más proyectos, a lo mejor de menor monto, de modo que la gente pueda continuar investigando, aún cuando lo haga a un ritmo más lento, para evitar desechar líneas de trabajo, la investigación se maneja en grupo y a través de una masa crítica que involucra a mucha gente", concluyó. enviar nota por e-mail | | Fotos | | Jorgelina Ottado, ganadora del premio y Liliana Piccardi, de Arfic. | | |