Año CXXXV
 Nº 49.301
Rosario,
jueves  15 de
noviembre de 2001
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Opinión
Una campaña arrolladora en el juego y en los números
La selección jugó con tanta autoridad que hizo de las eliminatorias un trámite

Mauricio Tallone

Decir que la selección argentina es una de las dos mejores del mundo -la otra distinción le cabe a Francia- es simplemente incurrir en una obviedad. Sobre todo si la mirada se detiene en el andar futbolístico que evidenció el equipo de Marcelo Bielsa en estas eliminatorias, y en la consideración mundial que supo ganar después de la superioridad demostrada a lo largo de las 18 fechas. Jugó con tanta autoridad ante los rivales de turno que hizo de las eliminatorias -una empresa siempre difícil para los argentinos- un simple trámite.
Con estos argumentos a la vista es difícil no convalidar la sentencia, más allá de que el fútbol siempre está expuesto a las subjetividades de ocasión. Ahora bien, lo que no admite dobleces es el juego desplegado por la selección, que supo construir una campaña brillante a pesar de que muchos buscan minimizar ese logro apoyándose en la opaca performance de Brasil en el camino al Mundial.
Otro detalle que consolida el gran presente que atraviesa el equipo de Bielsa es precisamente la holgura con que ganó el pasaje a la cita mundialista de Corea-Japón. Si bien en fútbol los números no describen con certeza el concepto de juego de un equipo, muchas veces marcan una tendencia. Y esta selección ha logrado que la evidencia numérica también transite por el mismo andarivel del rendimiento desparramado en el campo de juego. Argentina les ganó a todos, incluso a Brasil, porque es mejor que todos. Y en eso no existen dobles lecturas, se notó en las eliminatorias, en el juego y en los números. De hecho, nadie saca una diferencia de 13, como Argentina lo hizo con Paraguay y Brasil, y 12 a Ecuador, por raptos o inspiraciones individuales momentáneas. Para lograr semejante diferencia hay que tener la convicción de sentirse superior desde el vamos, y esta selección de Bielsa sintió eso y mucho más.
Los amantes de las aritméticas podrán decir, y con razón, que en el ciclo de Daniel Passarella también se consiguió la clasificación un par de fechas antes. Pero también es cierto que ese equipo naufragó en vaivenes futbolísticos que aventuraron la sensación de un juego vacío en convencimiento. Además no es un detalle para dejar pasar por alto que en esas eliminatorias sudamericanas para Francia 98 no participó Brasil (clasificó directamente por haber ganado el Mundial 94). Y escarbando más en el tiempo, la selección del Coco Basile tuvo que sortear el repechaje frente a Australia para gritar presente en EEUU, después de que Colombia le propinara una goleada asesina en el Monumental.


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