Islamabad. - Un millar de refugiados afganos -extenuados, hambrientos y alentados sólo por la desesperación- ingresaron en Pakistán desde el puesto fronterizo de Chamán (al oeste) cortando el alambre de púa y respondiendo con piedras a los bastonazos y a los disparos al aire de los guardias de frontera paquistaníes de un lado, y de los talibanes del otro. "Un episodio que no hace más que confirmar la situación de grave emergencia para los refugiados en este momento", explicó Laura Bondini portavoz de Acnur (Alto Comisariado de Naciones Unidas para los refugiados). "Si Pakistán no se decide a abrir las fronteras -concluyó- será una catástrofe humanitaria anunciada de proporciones inimaginables. Esta gente está movida por el hambre y la desesperación, sólo esto les permite desafiar los golpes, las piedras y el resto". Los guardias paquistaníes lograron rechazar con sus bastones a más de 250 refugiados, pero otros centenares pasaron. "Los talibanes -contó un testigo- dispararon al aire, los guardias de frontera paquistaníes intentaron rechazar con sus bastones a los refugiados que a su vez tiraron piedras contra ellos". Los refugiados cortaron los alambres de púa en dos lugares en Chamán, donde el flujo de afganos en fuga aumentó con la intensificación de los ataques norteamericanos en la vecina localidad afgana de Kandahar, cuartel general de los talibanes. "Decenas de mujeres y niños están en una situación crítica", expresó una guardia paquistaní. "Falta agua, alimentos y medicinas". El corte del alambre de púa se produjo mientras las autoridades de frontera de las dos partes discutían cómo evitar desórdenes después de que el domingo los paquistaníes dispararon en contra de la multitud que presionaba en la frontera, hiriendo a un número impreciso de personas. Acnur había renovado ya el pedido a Pakistán de abrir sus fronteras, pero Islamabad rechazó el llamado: "Hemos dicho ya que tenemos tres millones de refugiados afganos en Pakistán", recordó Riaz Mohammad Khan, portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores, subrayando que otros 50 mil lograron pasar a Pakistán desde el principio de la crisis actual. Unos 15 mil fueron abandonados a su suerte en la tierra de nadie, entre los dos países en la frontera de Chamán. Peshawar y Quetta, que está a 100 kilómetros de Chamán, son los nudos cruciales de la emergencia de los refugiados. Desde hace diez meses la aduana paquistaní está oficialmente cerrada tanto para la entrada de los refugiados que provienen de Thorkum, más allá de la frontera, como para la entrada de mercaderías. Pero los contrabandistas tienen un porcentaje especial para corromper a los policías paquistaníes, mientras las organizaciones humanitarias sólo correrían el riesgo de entrar en Afganistán para entregar en manos de los talibanes o de los comandantes locales, sus aliados, otros bienes para poner en el mercado. Otro drama para quienes están en el interior de Afganistán y sufren la guerra y la sequía con cada vez menos recursos. (Ansa)
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