"Pueden ocupar Afganistán, poner tropas ahí y seguir bombardeando, pero no pueden ganar". Este sombrío mensaje, de labios del teniente general Ruslan Aushev, uno de los veteranos de la guerra soviética contra los guerrilleros afganos, suena intimidatorio. Aushev fue condecorado por su actuación en lo que la historia denominó "el Vietnam soviético". En 1979, en la fase final de la Guerra Fría, la administración soviética invadió Afganistán para apuntalar a un frágil gobierno comunista en Kabul. Quince mil soldados soviéticos murieron en tierras afganas a manos de los mujahidines (combatientes islámicos). Esta intervención militar parece el antecedente necesario al pensar en la operación Justicia Infinita que Estados Unidos pretende llevar a cabo contra el terrorismo global.
"El envío de tropas a Afganistán no dará ningún resultado. Los ingleses y nosotros mismos ya tuvimos la experiencia", afirmó el general retirado Valentín Varennikov, que estuvo al frente de las tropas soviéticas que ocuparon durante diez años el territorio afgano. Es bueno recordar que las tropas de la URSS peleaban contra un enemigo al que podían identificar y que le ofrecía una resistencia armada visible; algo difícil de imaginar al pensar en el terrorismo que puede operar en Buenos Aires, Nueva York, Barcelona o Tel Aviv.
"Afganistán no es Yugoslavia"
El ex vicepresidente ruso Alexandr Ruskoi, condecorado con el título de héroe de la Unión Soviética siendo piloto de helicóptero durante la guerra de Afganistán, indicó que el único camino que le queda a EEUU es apoyar a los afganos que combaten al régimen talibán: "Ya lo dijo Carlo Magno. Por Afganistán se puede pasar; pero vencer jamás. Así ocurrió con el cuerpo expedicionario británico y, luego, con el ejército soviético. Afganistán no es Yugoslavia: no se consigue nada con bombardeos", advirtió.
Sin acceso al mar, entre las montañas del sur de Asia Central, se despliega un territorio semidesértico y montañoso: Afganistán. Y la historia le da la razón al análisis de los veteranos rusos. Desde el siglo VI a.C., Afganistán formó parte del Imperio Persa y fue conquistada por Alejandro Magno en el año 323 a.C. Siglos más tarde, bajo el mando de Gengis Khan, los mongoles dominaron el país hacia el año 1.219. En Afganistán encallaron el Imperio Británico en el siglo XIX y la Unión Soviética, en la fase terminal de la Guerra Fría.
En diciembre de 1979, tropas soviéticas invadieron Afganistán. Durante los primeros días de 1980, mientras el número de efectivos soviéticos aumentaba (en 1981 se estabilizó en torno a los 105.000 efectivos), se organizó una red mundial para el entrenamiento de mujahidines (guerreros santos) para luchar contra el invasor soviético. Egipto, Arabia Saudita, Irán e incluso China tuvieron campos de entrenamiento, pero fue en Pakistán donde recaló el fuerte de esta organización antisoviética, financiada por lo bajo por la CIA a través del servicio secreto paquistaní (ISI). Osama Bin Laden, el hombre más buscado por EEUU, fue uno de sus nexos.
La organización de los mujahidines se basó en antiguas organizaciones militares campesinas que, si bien debían recibir entrenamiento, tenían como vital ventaja conocer a la perfección el terreno montañoso en que se libraban las batallas. El general Rashid Dostum, líder de la minoría uzbeka afgana que se opone al régimen talibán, estuvo al frente de la guerrilla rural que luchó contra el invasor. Desde el actual campo de batalla también habla de lo complejo de una operación militar terrestre en Afganistán.
"Los talibanes tienen un gran poder logístico. Combatieron por 23 años y tienen una gran experiencia de guerra", le dijo Dostmun al diario turco Sabah. Según el histórico líder rebelde, los fundamentalistas talibanes disponen de 70.000 soldados y Bin Laden posee armas nucleares. Este tema ya había sido adelantado por los británicos, quienes dijeron que era muy probable que el régimen talibán tuviera en su poder misiles con cabezas nucleares. "Bin Laden tiene armas nucleares que querrá usar en caso de ataque estadounidense. Nosotros podemos dar una ayuda fundamental", expresó Dostum al enviado del diario turco en el norte de Afganistán.
Una guerra extenuante
Sobre el terreno afgano, los soviéticos se encontraron con que debían mandar más y más tropas para combatir a los tenaces mujahidines. El resultado fue una larga, brutal y extenuante guerra. Todos los cadáveres se parecen, pero a veces las nacionalidades hacen la diferencia. Cuando los soviéticos se retiraron, en 1989, habían muerto aproximadamente 15.000 soviéticos y un millón de afganos.
Después de la invasión soviética de diciembre de 1979, Afganistán (hoy uno de los cinco países más pobres del planeta) se convirtió en el primer productor del mundo de refugiados. En el momento más crítico de la guerra, vivían en Pakistán unos 3,5 millones de afganos y otros dos millones en Irán. Varios millares huyeron a la India, Europa -principalmente Alemania y Francia- y EEUU. Además, se calcula que entre dos y tres millones de afganos son desplazados internos. Kabul, la capital del país, pasó de tener una población de 600.000 habitantes a más de 2 millones, en los últimos años.
Las minas antipersonales también son parte de la herencia de la guerra. La ONU calculó en 1993 que 162 de los 356 distritos de Afganistán contenían minas terrestres. Las tierras de pastoreo suponían el 75,6% de las zonas minadas, y las agrícolas, el 20,2%. Durante el conflicto entre los mujahidin y las fuerzas comunistas soviéticas y afganas, ambos bandos utilizaron minas. Según cálculos aproximados, hay cerca de ocho millones de minas antipersonales y dos millones de minas antitanque en Afganistán.