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 sábado, 27 de octubre de 2007  
La levedad del ser

Gustavo Conti / La Capital

Vacío de contenido. Vacío de convicción. Y de argumentos futbolísticos. La insoportable levedad de Newell’s quedó tan de manifiesta anoche en La Plata que cuesta imaginar que de esta forma este equipo pueda aventar los nubarrones que se ciernen sobre su futuro. La conclusión no es casual ni antojadiza por la verdad de una nueva desilusión como visitante, con otra derrota en el lomo, sino porque confrontó su realidad con la de uno de los peores rivales del torneo como Gimnasia y no pudo hacer nada.

   Por eso la enorme preocupación que dejó Newell’s fuera de casa. Porque perdió por un error inconcebible, porque no le hizo cosquillas a un adversario dispuesto a regalarle protagonismo de local, porque se cayó a pedazos anímicamente desde la tempranera conquista de Landa y no tuvo tampoco recursos futbolísticos para cambiar su suerte.

   Sin dudas la baja de Villar (ver aparte) se pagó caro, porque bien puede argumentarse que Gutiérrez no entró lo suficientemente concentrado para tomar un centro de Domínguez que caía en sus manos, pero también hay que recordar que un error parecido del paraguayo ante Huracán fue igual de determinante.

   Pero claro, cargar todas las culpas en el arquero jujeño sería reducir la cuestión, porque Lucero también soltó a Landa en su solitario salto para impactar la pelota en la red con sólo diez minutos jugados.

   Además, porque a partir de ahí el colectivo rojinegro que impresionaba bien cada vez que Ansaldi trepaba y Mainguyague desnudaba las debilidades de Federico Domínguez por el otro sector, se fue deshilachando sin solución y quedaron expuestas todas las miserias. Una actitud no timorata pero insuficiente. Nervios que se manifestaban en cada mal entrega. Y un terrible desentendimiento entre Steinert y el resto, y al final la lógica descompensación que derivó en un par de atajadas buenas de Gutiérrez y en el gol de cierre de Herrera, justo un ex Central. El chaqueñó salvó así una pésina noche como hubiera sido la de todo Gimnasia si no hubiera tenido enfrente un rival, que a esta altura se parece a un paciente buscando urgente atención.

   Apenas el mencionado recurso de Crisitian Ansaldi, apenas algún arrebato y alguna acción que pudo ser de peligro, pero que Pablo Pérez definió como sacándosela de encima. Nada más. Lo demás se pareció a un equipo a la deriva, muy lejos del que hace muy poco, con el máximo de esfuerzo y concentración les dio una bofetada a los que peleaban el campeonato, como Boca e Independiente.

   El Newell’s de ayer nada tuvo que ver con aquel, en una clara muestra que a esta altura de la temporada la presión por el promedio se hace sentir y mucho. Tanto que dejó la sensación de que al final del Apertura debe parar en boxes y reparar donde haga falta. Es que el motor le empezó a fallar y el camino se presenta cada vez más cuesta arriba. l


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