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 sábado, 27 de octubre de 2007  
Viajeros del Tiempo
Rosario 1905/1910

Guillermo Zinni / La Capital

Un mundo de neurasténicos. Nuestra época es especialmente neurasténica ya que estamos atravesando uno de los períodos más tumultuosos de la historia. Todos tratan de salir de los conflictos presentes para buscar un futuro mejor, pero no hay ninguna certidumbre del presente ni del futuro en ningún campo de la actividad humana. A esta desarmonía corresponde un desorden psíquico, la neurastenia, que ataca a toda la especie humana, a la vida familiar y escolar, a la vida política y social y al arte. Los sintomas de esta enfermedad son diversos y dependen de la índole de cada individuo. Unas veces son estudiantes, en que las capacidades intelectuales se revelan volviéndolos incapaces del trabajo escolar; otras veces son jóvenes y adultos de las clases más cultas, vencidos por la inercia y la depresión, y otras veces son hombres iracundos e impulsivos que son arrastrados hasta el crimen. La neurastenia derrama en el alma del pueblo una excitación mórbida continua y su influencia también se manifiesta en el arte. Los asuntos del drama moderno, por ejemplo, son casi sin excepción la neurosis, el adulterio y el suicidio. Nuestros padres, mucho más pobres que nosotros en lo relativo a las condiciones materiales de existencia, vivían en cambio moderadamente en paz y con ánimo más sereno. También la neurastenia se manifiesta en el campo político, al punto que algunos ya hablan de una “neurastenia política”. En suma: se trata de uno de los peligros sociales más graves y es principalmente una enfermedad psicológica. Su remedio se encuentra no sólo en cuidar el bienestar material del pueblo sino sobre todo en desarrollar las cualidades superiores del hombre, su energía viril y el sentimiento del deber. La neurastenia debe ser combatida con el concurso del maestro, el sociólogo, el legislador y el médico, porque un simple tratamiento no puede impedir su difusión progresiva. (1909)

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